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#YoVsCoronavirus | Por miedo a no verlo más, lo cuidé en casa: esposa de enfermo

Sin ninguna instrucción médica, Gloria Fournier decidió encargarse del cuidado de su pareja, quien presentó síntomas de coronavirus luego de realizar un trabajo de carpintería.
dom 07 junio 2020 07:07 AM
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CORONAVIRUS. Hasta antes de la pandemia, Gloria trabajaba en la alcaldía Cuauhtémoc en la subdirección del deporte. Nunca imaginó que su vida daría un giro y tendría que fungir como enfermera.

El 8 de mayo, Juan Antonio fue examinado en el área de triage en el Hospital General de Zona 27 y por todos sus síntomas, los médicos le indicaron que sería internado por ser sospechoso de coronavirus. Justo en ese momento recibió una llamada, era su esposa María de Jesús Gloria Fournier quien le dijo: “Salte de ahí, vámonos”. Y es que la mujer al saber que había un brote de 27 médicos y enfermeras contagiados y sobre todo ante el temor de no volver a su Juan, tomó una de las decisiones más complicadas de su vida: llevarse a su compañero a casa para cuidarlo y ayudarlo a sobrevivir al COVID-19.

La habitante de la colonia Guerrero, en la Ciudad de México, compartió a Expansión Política que el 29 de abril se percató que su esposo presentaba síntomas justo en el momento en que le dio un beso en la frente, pero fue hasta el 8 de mayo cuando su salud empeoró.

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Gloria Fournier explicó que toda la familia tomaba sus precauciones para no contraer coronavirus; sin embargo, Juan pudo haberse contagiado cuando realizó un servicio de carpintería, el último que planeaba para poder sobrevivir económicamente a la cuarentena.

En el día 19 de la enfermedad, cuando se realizó esta entrevista, Juan ya daba muestra de mejoría, como respirar por sí solo durante una media hora, luego de retirarse el tanque de oxígeno.

Juan, aunque tiene todos los síntomas, no es uno de los que engrosan la lista de más de 105,000 confirmados por la Secretaría de Salud, pues la prueba para confirmar si era portador de COVID-19 estuvo disponible el 19 de mayo, 11 días después de haber iniciado con fiebre, tos y dolor de cabeza.

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De activista a enfermera

Hasta antes de la pandemia, Gloria trabajaba en la alcaldía Cuauhtémoc en la subdirección del deporte. Nunca imaginó que su vida daría un giro y tendría que fungir como enfermera.

Desde el primer momento en que su esposo comenzó con síntomas, la preocupación llegó por la posibilidad de estar contagiada de coronavirus. Por precaución, dejaron su casa y se hospedaron en un espacio en el que ella realiza trabajo comunitario.

Primero llevó a su esposo a una consulta con un médico particular, quien le diagnosticó faringitis, por lo que inició su tratamiento, sin embargo, una semana después no mostraba mejorías.

“La tos le aumentó, se sentía muy decaído, estaba muy débil, no se podía mover, dormía todo el tiempo, eso me hizo pensar que podría ser coronavirus”, compartió.

Volvieron a acudir con el médico, quien al confirmar que no había mejoría, le recomendó acudir a un centro de salud o a un hospital para ser atendido porque Juan ya presentaba dificultades para respirar.

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Con la preocupación e incertidumbre, Gloria descargó la aplicación del gobierno de la Ciudad de México para identificar la disponibilidad de camas en hospitales COVID-19, por lo que se dirigió a la unidad 27.

Mientras esperaba que su esposo fuera atendido, Gloria escuchó en el radio de uno de los vendedores que justo en el hospital donde se encontraban había un brote de coronavirus entre el personal médico.

“Veo a lo lejos en el área de triage que había muchos enfermos con oxígeno, entonces no lo pensé dos veces y le marqué. A él le dijeron que se tenía que quedar hospitalizado, así que cuando yo le llamó, les dice a los doctores que me iría a avisar, entonces cuando él me dice que lo iban a hospitalizar, le dije: Vámonos de aquí”, relató.

Consultó con una amiga que es médico, quien le dijo: tú esposo presenta poca saturación, pero puedes controlarlo en casa.

Así que, a partir de ese día, Gloria se encargó del cuidado médico de Juan. El primer desafío fue conseguir dinero para adquirir un tanque de oxígeno porque su sueldo es de 3,000 pesos y su esposo carece de seguridad social. En un día tuvo que juntar 12,000 pesos, gracias a familiares, amigos, colectivos sociales con los que pudo adquirir aparatos de medición de presión arterial y un oxímetro.

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Sin alguna instrucción médica, María elaboró una bitácora en la que anota los medicamentos que le suministra a su esposo, así como una gráfica con los signos vitales de quien es padre de sus dos hijas.

“Se le mide el oxígeno, la saturación y la frecuencia cardíaca. Después, se le hace la medición de glucosa, de presión arterial, le doy de desayunar, después sus medicamentos que son dos inhaladores y tres medicamentos, pero al principio eran 12 medicamentos y una inyección. Durante el día se le checaban tres veces signos y estar monitoreando su oxigenación”.

Para evitar contagiarse, Gloria utilizó guantes, cubrebocas y una careta para suministrar los medicamentos a su esposo, a quien le pedía cubrirse la nariz y boca por si estornudaba o tosía. Gloria mantuvo la sanitización del espacio compartido con cloro y destinó un vaso, un plato y cubiertos para él.

Hasta el 23 de mayo, a Gloria le llegó el kit COVID-19 que envía el gobierno de la Ciudad de México a pacientes o sospechosos de coronavirus y durante todo el confinamiento recibieron cuatro llamadas, la última para decirles que la manera en cómo estaba siendo cuidado era la correcta.

“Yo no hice nada que él no hubiera hecho por mí”, aseguró Gloria.

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