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Generación Z, la brecha que los políticos siguen ignorando

La política tradicional ha entrado en colisión con nuevos modelos: mientras los políticos se limitan a viejos discursos, los jóvenes se organizan desde sus teléfonos y son capaces de llevarlo a las calles.
vie 28 noviembre 2025 05:59 AM
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La generación Z ya no está dispuesta a que le sigan agachando la cabeza; sus demandas, sustentadas por hechos y cifras, exigen un diálogo en sus propios términos, apunta Alan Santelices. (Foto: Raquel Cunha/Reuters.)

Los datos cuentan una historia que los actores políticos prefieren ignorar: los jóvenes sí votan, sí participan y sí tienen algo que decir. Lo que no tienen (ni quieren) es paciencia para ser tratados como adorno electoral. A pesar de su peso demográfico y su presencia activa en las urnas, la clase política mexicana sigue hablando desde lógicas ajenas a las nuevas generaciones.

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Según el Instituto Nacional Electoral (INE), los neovotantes registraron la participación más alta del país entre todos los segmentos de edad: 61.53%), desmintiendo el mito de la apatía.

El padrón electoral es de 98.3 millones de personas, de las cuales cerca de 25 millones tienen entre 18 y 29 años. Dicho de otro modo: una de cada cuatro personas con credencial para votar es joven.

La idea de que los jóvenes están “ausentes” es errónea. De hecho, sí participan, solo que fuera de los esquemas tradicionales. Un estudio de la Fundación Friedrich Ebert encontró que las metas e ideología de la generación Z son mayoritariamente progresistas (interés en derechos civiles, igualdad de género, medio ambiente). No solo se interesan por la política, sino que participan, proponen, protestan, transforman y, a veces, votan.

Lo hacen en formas distintas: colectivos, asambleas estudiantiles, viralizar contenido, “funar” personajes, redes de apoyo comunitario o brigadas voluntarias ante desastres. Son expresiones políticas legítimas, aunque no entren en la definición estrecha de la política clásica.

Dicho lo anterior, es importante señalar que el grupo de 20 a 29 años registró la participación más baja de todos los bloques de edad, con menos del 50%. Es una paradoja inquietante: quienes se estrenan como votantes acuden con entusiasmo, pero conforme pasa el tiempo su presencia disminuye. No es apatía: es desilusión. Las señales están ahí y, sin embargo, los partidos políticos siguen sin entenderlo.

La lectura fácil sería culparlos de no tener ideología, como suele decirse desde diferentes trincheras, pero los datos dicen lo contrario: tienen causas, convicciones y prioridades, solo que no encuentran reflejo en la agenda que les ofrecen los partidos.

El problema no es nuevo, pero sí es urgente para quien anhela ganar una elección. En todos los frentes, el discurso político continúa repitiendo fórmulas caducas, sin captar los lenguajes, los canales ni las preocupaciones de la juventud actual. Se habla mucho de ellos, pero se les escucha poco.

Con datos en la mano, la conclusión es que el país no puede darse el lujo de ignorarlos. Lejos de estar “desconectados”, la generación Z está articulada, informada (sobre todo por medios digitales) y demandando cambios estructurales.

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La política tradicional ha entrado en colisión con nuevos modelos: mientras los políticos se limitan a viejos discursos, los jóvenes se organizan desde sus teléfonos y son capaces de llevarlo a las calles.

El desafío es que los políticos, gobiernos y opinión pública dejen de subestimarlos y empiecen a escucharlos de verdad. Porque la generación Z ya no está dispuesta a que le sigan agachando la cabeza; sus demandas, sustentadas por hechos y cifras, exigen un diálogo en sus propios términos. Solo así podrán cerrarse de una vez esas brechas que ponen en riesgo el futuro democrático de México.

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Nota del editor: Alan Santelices es estratega político. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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