Nos hemos dedicado durante ya mucho tiempo a destacar los problemas que se pueden ver en el país. Y no es para menos porque la suma de las situaciones que se han venido creando son realmente muy preocupantes debido a la creciente evidencia de un plan sistemático de destrucción institucional y de configuración de un régimen autoritario y dictatorial.
Lo que no pasa
Pero ahora le queremos dar un enfoque diferente a la discusión. Y queremos destacar lo que no ha sucedido y sigue sin presentarse en la actividad diaria en la nación. Lo que no pasa y nos gustaría sucediera simplemente no se presenta porque todo está hecho al revés en el país. Veamos lo que no está aconteciendo para mejor asimilar los retos que tenemos frente a nosotros.
Nula impartición de justicia. A pesar de la narrativa oficial de que la reforma judicial tenía como fin el mejorar la calidad de la justicia en el país, todo confirma que la puesta en escena que se llevó a cabo en nuestro sistema solamente se tradujo en una vil venganza para cortarle la cabeza a quienes osaron resistirse a la ola autoritaria y la violación sistemática de la Constitución. Ahora estamos seguros de que al no haber entrado a los cuellos de botella reales que están en la parte de policías y fiscalías, el resultado adverso es evidente. La narrativa no puede rebasar la realidad de un sistema de justicia que simplemente no camina y que ahora es aún peor en sus cifras reales de desempeño. Colapsaron al Poder Judicial sin importar las consecuencias de un hecho tan regresivo y de pésima instrumentación.
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No mejora a la educación. En forma semejante se propuso realizar un proceso de cambios al sistema educativo para supuestamente generar mejores condiciones en la forma en que se educa a nuestras nuevas generaciones. Lo cierto es que salvo haber extinguido la reforma educativa previa (sin dejarle una coma) lo que hicieron fue eliminar los mecanismos para garantizar la calidad en los materiales y forma de impartir clases, para ceder a darles pleno dominio a los integrantes del magisterio y sus líderes sindicales, además de adulterar ideológicamente los libros de texto gratuitos. El resultado es una caída profunda en los niveles educativos, y por primera vez en décadas, una reducción en la matrícula escolar de más de uno y medio millón de jóvenes que abandonaron la escuela.
Un sistema de salud que no funciona. Se ofreció en forma repetida que emularíamos las condiciones de los sistemas de salud de países desarrollados, incluyendo en forma reiterada el vigente en Dinamarca. La realidad es muy distinta. En su lugar tenemos hospitales sin calidad, personal de salud sin insumos, enfermos sin tratamiento, y personas que no tienen medicinas a su alcance. Incluso lo que sí se tiene ahora es una proliferación de farmacias privadas con consultorios y venta de medicamentos. En los hechos se privatizó el sistema de salud popular puesto que la cobertura pública es o inexistente o muy deficiente. No tenemos ni las bases mínimas de un sistema confiable de salud pública.
La infraestructura no se moderniza. Estamos en pleno siglo XXI y sin embargo en el país se aprecian aeropuertos, puertos, aduanas, carreteras, vialidades, puentes, túneles y construcciones en general que datan del siglo previo y que sin mantenimiento o planes maestros de ajustes simplemente se siguen envejeciendo. No existe planeación alguna, no hay planes de desarrollo, no se tienen evaluaciones serias de desempeño. Siguiendo una simple corazonada del predecesor, se están invirtiendo muchos recursos en la construcción de trenes de pasajeros, una actividad que se sabe es cara en realizar y mucho más en operar. Se están generando gastos y cargas presupuestales sin cuidado del impacto adverso para las finanzas públicas.
El sistema de energía no sirve. Un país que no tiene generación de energía está condenado al fracaso permanente. Hoy en México hay miles de proyectos que están en suspenso por la simple y sencilla razón de que no hay fuentes de energía suficientes, confiables y ambientalmente amigables. Durante todo un sexenio se despreció a los esquemas que hubieran permitido nuevos proyectos de generación, y las pocas oportunidades para hacer algo importante se dedicaron a mal invertir y a comprar por razones de capricho a quienes ya tenían plantas operando y que se les corría por venir del país con el que se inventó una rivalidad histórica y de revanchismo colonial. No importa que tengamos una de las huellas solares más grandes del mundo. No es relevante que haya condiciones para proyectos renovables. Prevalece la ideología y no se ve como se dé seguridad a inversionistas a quienes se hostigó, se les cambiaron las reglas que ya estaban en la Constitución y ahora se les dice que confíen en algunas variaciones en instrumentos legales y reglamentarios. No se puede explicar racionalmente que esta estrategia vaya a tener ni el mínimo de los éxitos.
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La impunidad no se abate. Ofrecieron combatir a quienes se salían de la ley y abusaban, robaban o mentían. Pero no solamente no cumplieron tales promesas, sino que incluso se encargaron de proliferar sus alianzas con la delincuencia organizada para perfeccionar procesos de empoderamiento en grandes zonas del territorio nacional, arrasando con la capacidad empresarial y la mínima seguridad operativa necesaria. Hicieron también de la militarización una posibilidad para debilitar los controles internos y habilitar con los miembros de las fuerzas armadas asignaciones directas y uso de recursos en efectivo para así generar complicidades y robos masivos de numerario en proyectos con absoluta opacidad y dispendio. Pero no contentos con tantos desastres, fueron capaces de generar el esquema de corrupción institucional más grande y ofensivo en la historia de este país y de muchos otros, el huachicol fiscal. Generaron un ecosistema criminal con autoridades de los tres niveles de gobierno, bandas de delincuentes, fuerzas armadas, y distribuidores de combustibles para lucrar con las importaciones ilegales de combustibles, generando así una lesión patrimonial a nuestro país de al menos 600,000 millones de pesos (80 veces la Estafa Maestra de EPN). Por si lo anterior no fuera poco, en Tabasco se dieron a la tarea de crear su propia estructura criminal con el cartel de La Barredora. Vaya desfachatez de gobernantes criminales en todo el sentido de la palabra.
No hay finanzas púbicas sanas. Con los niveles de dispendio y desorden en la ejecución de tareas y políticas públicas, no es sorprendente que los niveles de endeudamiento hayan crecido exponencialmente (la deuda pública histórica total del país se duplicó en tan solo 7 años al pasar de 10 a 20 billones de pesos) y que las erogaciones que se hicieron lograron erradicar todos los ahorros que se habían generado durante décadas, y a su vez propiciar proyectos que no solamente no son ni serán rentables, sino que además constituyen enormes drenes para los presupuestos por venir en años y décadas. Las señales de alarma están prendidas porque como no hay confianza en el país y no se generan inversiones nuevas para crecer la base tributaria y de ingresos, entonces la única salida es seguirnos endeudando para que los programas sociales no bajen su cobertura porque el gobierno guinda sabe que es su único bastión de legitimidad y de aceptación. Lo anterior hasta que la situación sea insostenible y no se pueda manejar el desbalance brutal entre ingresos y egresos.
No hay movilidad social. Una de las más nocivas situaciones e incongruencias de este gobierno es que no existe nada en lo que hacen que permita una expectativa real y palpable para que las condiciones de vida en el país mejoren, en particular para los que forman parte de las clases sociales y zonas geográficas con la mayor marginación. Esto que parecería ser la traición a su discurso central sobre priorizar la atención a los pobres, en realidad los desnuda como lo que son, un grupo que pretende lucrar con el poder, concentrar determinaciones, y no permitir que las personas dejen sus condiciones de vida disminuidas, porque de hacerlo ya no simpatizarían necesariamente con la propaganda gubernamental. Entonces, con un ánimo claramente utilitario, Morena propone generar apoyos económicos, pero no propiciar las condiciones para que haya una evolución en las condiciones reales de vida en el territorio amplio nacional. Ellos prefieren conservar las distancias y carestías para no perder a quienes con fragilidad estructural sienten la obligación de votar por quienes se dicen sus “protectores”.
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No tenemos garantías democráticas. Mucho se explica con la definición de democracia (demos-pueblo y cratos-poder). El problema es que esa esencia de que el pueblo es el que manda se tergiversa al decir que son los dirigentes morenistas quienes encarnan al mismo pueblo y entonces es válido sugerir, en su tergiversada interpretación, que son ellos los que tienen la posibilidad y legitimación de determinar lo que es conveniente y debe ser propiciado mediante el ejercicio del poder. Como ellos dicen ser el pueblo, entonces pueden amalgamar las decisiones para determinar las mejores situaciones para todo el país. No se requiere pluralidad, no se necesitan disidentes, ellos son los dueños de la verdad. De esta manera lo que procede es que la concentración del poder sea total y se eliminen los contrapesos e instituciones de control. Y así lo hicieron ya en gran medida con todo, quedándoles solamente pendiente el pretender destruir el sistema electoral y de partidos, algo que como sociedad libre que aún somos, no debemos permitir pase lo que pase.
No y no, y no, y no. La lista es interminable con un régimen devastador. Pero a pesar de todo este desastre sí hay una luz al final del túnel. La actividad ciudadana es el único antídoto ante todo esta labor de devastación y erradicación. El agua se ha seguido calentando y está a punto de ebullir. Por eso ha llegado el tiempo límite para brincar y no dejarnos ser cocinados en vivo. Porque debemos ser conscientes de que todo lo malo que ha sucedido y todo lo que no pasa y arriba hemos descrito, en gran medida es fruto de la tolerancia de una ciudadanía que ha permitido estos abusos sin consecuencias reales para los responsables. Pero esto tiene que cambiar ya y la última aduana posible es la elección intermedia de 2027. Si no logramos botar mediante el voto a quienes han abusado de su poder, entonces muy probablemente veamos una dinámica que dure décadas y en las que el país no vea una salida realista a un problema de un calado realmente complicado. Y entonces sí entenderemos el verdadero y terrible significado de lo que no pasa. No queremos estar ahí. No debemos permitirlo. Nos toca actuar y no depender de terceros.
P.D.1. Carlos Manzo y Bernardo Bravo son nombres que no podemos olvidar. Su pecado mortal fue ser claro en no estar de acuerdo en que a los habitantes de Uruapan y a los limoneros de Apatzingán, respectivamente, los tuvieran de rodillas la delincuencia organizada con sus extorsiones, y las autoridades estatales y federales que nada hicieron por protegerlos. El resultado es que su osadía de enfrentar a los criminales trajo por consecuencia su muerte. No podemos normalizar estas situaciones. Cero tolerancia a la impunidad rampante. Todos somos Carlos Manzo y Bernardo Bravo. Nuestro abrazo fraterno a todos sus seres queridos. Nuestra recriminación más severa a quienes perpetraron esta conducta de lesa humanidad y a quienes se los permitieron. Mismo tema con Irma Hernández y Javier Vargas en Veracruz. Ni un caso más así. Ya basta.
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P.D.2. Aunque es reconocible el que la presidenta Sheinbaum se haya trasladado a los lugares azotados por las lluvias severas (en comparación de su predecesor que no se ensuciaba los zapatos), es reprobable que no se hayan tomado las medidas preventivas necesarias, y que no haya podido escuchar con atención los reclamos de los pobladores que llevaban varios días en el desamparo. Pero peor aún que se haya hecho una campaña de propaganda simulando cercanía con la gente mientras ella utiliza un chaleco guinda con referencia a su partido político. Oportunismo simplista y sin empatía real. Propaganda partidista por quien debe ser representante de todos.
P.D.3. Empiezan a aflorar los destellos de la tragedia en la bajísima calidad de una buena parte de los pseudo-juzgadores seleccionados en la supuesta elección judicial. Lo que mal empieza no puede tener un final oportuno. Audiencias interrumpidas, actuaciones fallidas, expedientes equivocados, resoluciones al vapor, etc. Se empieza a acumular la evidencia de una historia de terror que ya se sabía llegaría y que ahora tristemente se materializa. La pregunta es hasta cuando se permitirá la acumulación de errores antes de que sea evidente que una corrección de fondo de un esquema absurdo es necesaria.
P.D.4. Ser sede por tercera vez de una copa mundial de futbol es un orgullo nacional. Pero tener instalaciones, estadios, calles y aeropuertos en condiciones menos que óptimas nos presenta como un país que no ha sabido encontrar la ruta para una plena modernidad y posibilidad de codearse con naciones de mayor homogeneidad en oportunidades para toda la población. Basta ver cómo están nuestras calles para saber que las autoridades no tienen sus prioridades claras en cuanto a la imagen que queremos dar. Así la oportunidad de ser ejemplares se desperdicia. Tenemos baches por todos lados y no se corrigen si no se atienden con diligencia y oportunidad. Las palabras se las lleva el viento.
P.D.5. Las carreteras en el país siguen siendo una ruleta rusa. Bien sea la saturación de camiones que inundan los tramos más importantes durante el día porque se niegan a circular por la noche para no perder la carga o la vida, o el nulo mantenimiento que hace que parezcan campos minados, o el desplazamiento de las autoridades por delincuencia organizada que han tomado el control de muchos de los tramos carreteros. La suma es que no se puede viajar en el país sin temor a no llegar sanos y salvos a nuestro destino. Un cuerpo que no se irriga en todas sus extremidades se gangrena y eventualmente sufre enfermedades letales. Así las cosas en el México real que no se puede comunicar libremente. No pensemos que es común.
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.