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#ColumnaInvitada | Unidad en la tormenta. El mérito de la colaboración ciudadana

Cuando la ciudadanía se involucra activamente, desde respetar normas básicas hasta participar en procesos de diálogo y transformación, se construye gobernabilidad de forma transversal.
mar 14 octubre 2025 05:59 AM
Mirando hacia adelante: transición y nuevo gobierno
La educación, la movilidad, la seguridad, el agua, combatir la pobreza, la salud, entre otros temas estructurales, que nos afectan o lastiman a todos por igual, sin importar colores, edad, religión o clases sociales, son compromisos de todos, apunta Javier Navarro Velasco. (iStock)

Para nadie es desconocido que vivimos tiempos complejos a nivel mundial, y México no es la excepción. La incertidumbre política, los desacuerdos ideológicos y la polarización social en muchas regiones parecen marcar el pulso de nuestras conversaciones diarias. Sin embargo, en medio de esta tempestad, hay una verdad innegable: una sociedad que se fragmenta y antepone intereses particulares o de poder, pierde fuerza; pero una sociedad que colabora, incluso en la adversidad, se transforma en una fuerza imparable.

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El primer paso para desarrollar este principio colaborativo para la construcción del bien común es entender que colaborar con la autoridad no significa sumisión ni renunciar a la crítica, ni a la exigencia de transparencia y rendición de cuentas. Significa aceptar y reconocer que, si hay voluntad, se puede construir una visión común donde se entienda que el bienestar colectivo requiere de esfuerzos compartidos.

Cuando la ciudadanía se involucra activamente, desde respetar normas básicas hasta participar en procesos de diálogo y transformación, se construye gobernabilidad de forma transversal. “A esto le llamo yo hacer comunidad”. En esta premisa, es esencial construir ciudadanía e instituciones civiles responsables, que entiendan perfectamente que tienen que seguir trabajando en sus objetivos institucionales, en lo suyo, pero también sumarse a trabajar en lo de todos: el bien común.

La educación, la movilidad, la seguridad, el agua, combatir la pobreza, la salud, entre otros temas estructurales, que nos afectan o lastiman a todos por igual, sin importar colores, edad, religión o clases sociales, son compromisos de todos. En este contexto, hay que subrayar que el principal reto para lograr esa colaboración efectiva entre sociedad civil y autoridad es: superar la desconfianza. Y, a pesar de la adversidad y de un próximo proceso electoral, hay que trabajarla, porque nos está llevando a la apatía o incluso al enfrentamiento hostil que no construye, sino destruye.

Nuestra sociedad gana más si hacemos equipo. La colaboración con las instituciones, aún imperfectas, permite canalizar demandas, construir soluciones y evitar que la crisis se convierta en colapso. Hay que recordar que han existido momentos históricos de tensión y tragedia, como terremotos, pandemias o transiciones políticas con alta dosis de erosión, y, aun así, hemos visto cómo la sociedad organizada (vecinos, maestros, estudiantes, empresarios, profesionistas, trabajadores, sindicatos, iglesia) han sido clave para mantener el orden, distribuir ayuda y exigir cambios sin caer en la violencia.

La autoridad, cuando es receptiva, se fortalece con esta energía ciudadana, por eso debe haber en los gobiernos políticas de puertas abiertas y ser incluyentes. Estos tiempos y nuestra sociedad requieren una ciudadanía crítica, pensante y constructiva.

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Una sociedad que sí sea un contrapeso responsable, pero que no se limite a señalar errores, sino que proponga, participe y colabore en los asuntos del bien común. Porque la democracia no se defiende solo en las urnas, sino en cada gesto de responsabilidad compartida.

Hay que hacer que el numeroso grupo de ciudadanos apáticos a votar, se sumen al cambio en beneficio de todos y todas. Que nuestra voz no sea solo protesta, sino también propuesta. Que nuestra fuerza no sea sólo resistencia, sino también resiliencia. Y que, aún en medio de la crisis, sepamos construir puentes donde otros solo ven muros.

Hoy más que nunca en México necesitamos recordar que nuestro destino compartido se construye hombro con hombro, no espalda contra espalda. Recordemos la frase de John F. Kennedy: “Entonces, ciudadanos, no pregunten qué puede hacer su país por ustedes. Pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”.

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Nota del editor: Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Síguelo en X como @javier_navarrov y/o en Instagram como @javier.navarro.ve

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