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#ZonaLibre | Bermúdez, la mancha y oportunidad para la 4T 2.0

El hecho de que Sheinbaum revelara que ya existían indicios desde el sexenio anterior de presuntos nexos criminales coloca una interrogante sobre las decisiones de quienes lo mantuvieron en el cargo.
vie 19 septiembre 2025 06:04 AM
Hernán Bermúdez Requena llega a México tras ser expulsado de Paraguay
Hernán Bermúdez Requena, líder del grupo ''La Barredora'', enfrentará a la justicia mexicana.

El entrelazado caso de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, detenido en Paraguay y regresado a México en un abrir y cerrar de ojos, ha detonado uno de los episodios más explosivos en la política reciente. No es solo la caída de un funcionario más acusado de vínculos con el crimen organizado, sino también la demostración de fuerza de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien quiere mandar un mensaje claro: en su gobierno no habrá intocables.

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Y en ese escenario, inevitablemente, aparece la sombra de su antiguo (y emproblemado) jefe: Adán Augusto López Hernández, exgobernador de Tabasco y figura clave en la política nacional. Bermúdez fue su colaborador de confianza en materia de seguridad, el área más sensible y de mayor confianza de todo gobierno, lo que abre un abanico de cuestionamientos sobre el porqué lo sostuvo en el cargo durante tanto tiempo y por qué, a pesar de los indicios, nunca actuó y hasta lo respaldó.

Tabasco bajo la lupa: el actual gobernador vs. Adán Augusto

La historia de Bermúdez no es un hecho aislado. Durante el periodo de Adán Augusto López en la gubernatura de Tabasco, él se consolidó como uno de los pilares de la estrategia de seguridad estatal. Posteriormente, bajo la administración de Carlos Manuel Merino, continuó al frente, hasta que las acusaciones de encabezar la célula criminal conocida como “La Barredora”, presuntamente ligada al CJNG, lo alcanzaron y entonces comenzó el nerviosismo.

El que fuera responsable de proteger a los tabasqueños ahora enfrenta cargos de delincuencia organizada. Y el golpe político no solo toca a Bermúdez, sino a quienes lo respaldaron en su momento. La oposición ya huele sangre: ¿cómo explicar que en un bastión morenista tan importante, un jefe de policía operara con la venia de gobiernos estatales sin que nadie alzara la voz?

Más aún: el hecho de que la presidenta revelara que ya existían indicios desde el sexenio anterior de los presuntos nexos criminales coloca una interrogante directa sobre las decisiones de quienes lo mantuvieron en el cargo.

El mensaje de Sheinbaum: rapidez, firmeza y popularidad

Cuando se supo de su captura en Paraguay, Sheinbaum no titubeó: declaró que se aceleraría la extradición. Horas después, el gobierno mexicano optó por otra vía aún más veloz: la expulsión migratoria. Esa decisión permitió traer a Bermúdez a México en cuestión de horas, no semanas.

El movimiento tiene un trasfondo político indiscutible. La presidenta necesitaba un mensaje contundente de autoridad. Y lo consiguió. El episodio le permite proyectar capacidad de respuesta, firmeza contra el crimen organizado y cero tolerancia ante la corrupción interna.

Sheinbaum aparece, así, como la mandataria que no esconde la basura bajo la alfombra, sino que actúa para exhibirla y limpiarla. Es, además, una oportunidad para reforzar su narrativa de que en su gobierno “nadie estará por encima de la ley”, incluso si eso significa señalar las omisiones de figuras cercanas al corazón político de Morena.

Morena l, ¿daño u oportunidad?

Claro que el costo político para Morena existe. El partido tendrá que lidiar con el golpe reputacional de que un alto funcionario en uno de sus estados gobernados resultara acusado de encabezar una célula criminal. Las oposiciones ya afinan discursos sobre la supuesta infiltración del crimen organizado en gobiernos morenistas.

Sin embargo, el caso también ofrece una oportunidad. Si Sheinbaum logra mantener el control de la narrativa, el episodio puede convertirse en un ejemplo de autoridad más que en un lastre político. La rapidez con la que se resolvió la situación envía un mensaje claro: Morena podrá equivocarse en la elección de funcionarios, pero el gobierno federal actuará sin titubeos para corregir.

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Con esta jugada, Sheinbaum presenta dos cartas fuertes: la primera, la de ser la presidenta que puso en jaque a un exsecretario estatal acusado de trabajar para el crimen; la segunda, la de ser capaz de contener daños internos y proyectar liderazgo firme en la arena internacional.

El caso Bermúdez quedará marcado como un hecho histórico: pocas veces un funcionario de ese nivel cae tan rápido y es regresado en cuestión de horas. Pero la historia apenas comienza. Los procesos judiciales en México dirán si se logra una sentencia ejemplar o si el caso se empantana en tecnicismos.

Por lo pronto, la presidenta logró lo que quería: mostrar músculo político antes de rendir cuentas. Y en política, como en el ajedrez, la rapidez también es una forma de ganar autoridad.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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