La visita del secretario Rubio ha generado reacciones mixtas en México. La presidenta Claudia Sheinbaum ha reiterado el compromiso de México con la cooperación internacional en materia de seguridad, pero ha subrayado la importancia del respeto a la soberanía nacional. Sheinbaum ha rechazado las amenazas de intervención militar directa por parte de Estados Unidos, como las planteadas por el presidente Trump, y ha enfatizado que cualquier acción en territorio mexicano debe ser acordada entre ambos países.
#ColumnaInvitada | Marco Rubio y la agenda bilateral

Además, la creación de un grupo de alto nivel para coordinar acciones en seguridad ha sido vista con cautela. Aunque se reconoce la necesidad de una mayor cooperación, existen preocupaciones sobre la transparencia y el control de las operaciones conjuntas, especialmente en áreas sensibles como la inteligencia y las fuerzas de seguridad.
El ataque al Tren de Aragua y sus implicaciones
El ataque militar estadounidense contra una embarcación vinculada al Tren de Aragua ha sido un punto álgido en las relaciones bilaterales. Según informes, la embarcación transportaba drogas hacia Estados Unidos y fue destruida en aguas internacionales por la Marina estadounidense, resultando en la muerte de 11 presuntos narcotraficantes. Este incidente ha sido interpretado por la administración estadounidense como una muestra de su determinación para combatir el narcotráfico en la región. Además, ha puesto de relieve la creciente influencia de organizaciones criminales transnacionales como el Tren de Aragua, que operan en múltiples países y representan una amenaza para la seguridad regional.
Seguridad y soberanía: la encrucijada mexicana
El gobierno mexicano enfrenta una disyuntiva: necesita cooperación en inteligencia y acceso al mercado estadounidense, pero rechaza cualquier escenario de intervención militar en su territorio en un marco en donde existen problemas transnacionales. De ahí que la presidenta Sheinbaum busque un equilibrio discursivo: aceptar mecanismos de cooperación técnica que contengan el flujo de drogas, pero sin comprometer la soberanía. Para Washington, esta fórmula es suficiente a corto plazo. Lo que importa es que México no bloquee la narrativa estadounidense de que los cárteles son equivalentes a terroristas y que se mantenga alineado en la guerra contra el fentanilo.
Rubio y la estrategia estadounidense
El secretario Rubio encarna un estilo de diplomacia dura. Como secretario de Estado, ha viajado ya cuatro veces a América Latina en 2025, y su agenda mezcla seguridad, comercio y geopolítica. No se trata solo de drogas o migración: también busca frenar la penetración china en la región, reforzar la influencia de Estados Unidos y proyectar la política del nuevo gobierno republicano: “América Primero” más allá de la frontera norte.
En México, el secretario Rubio llega con la ventaja de que los hechos (aranceles, ataque naval, emergencia nacional) ya han impuesto la narrativa estadounidense. Su papel consiste en construir un consenso diplomático que suavice las tensiones y evite que el endurecimiento se perciba como una imposición unilateral, en una coyuntura en donde el Estado mexicano tiene que promover una mayor eficacia en su política antidrogas.
La visita del secretario Rubio a México se inscribe en un momento crítico de la relación bilateral. Su importancia radica en que:
1. Integra las tres agendas centrales del presidente Trump —aranceles, fentanilo y seguridad— en un solo marco de negociación.
2. Reafirma la estrategia de securitización del narcotráfico, elevándolo al rango de terrorismo y legitimando acciones militares regionales.
3. Pone a prueba la soberanía mexicana, obligando al gobierno de la presidenta Sheinbaum a negociar cooperación en inteligencia sin aceptar intervención militar.
4. Envía un mensaje hemisférico: la política antidrogas estadounidense será dura, regional y con respaldo militar si es necesario.
Más que un viaje diplomático, la presencia del secretario Rubio en México confirma que la política de Estados Unidos no distingue entre frontera, comercio y seguridad: todo forma parte de una misma ecuación en la que Washington ejerce presión y espera alineamiento.
En este tablero, México no solo negocia con su principal socio comercial, sino con un vecino que ya ha mostrado su disposición a usar la fuerza en nombre de la lucha contra el narcoterrorismo.
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Nota del editor: José María Ramos es especialista en relaciones México-EU Especialista en relaciones México-EU y Profesor del colegio de la frontera norte, Tijuana. Analista de gobernanza, políticas y gestión estratégica para el desarrollo y de la cooperación transfronteriza MexUS./ Dr. en Ciencias Políticas y Sociología por el Instituto Universitario y de Investigación José Ortega y Gasset, España. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.