En un mundo donde la tecnología médica promete salvar vidas, la opacidad y la negligencia pueden convertirse en amenazas mortales y el no contar con una herramienta ciudadana fundamental, como es el derecho de acceso a la información, puede limitarnos ante abusos de empresas o instituciones.
El derecho a la información, un escudo para la salud y la dignidad

Hace poco se dio a conocer en medios y con investigaciones periodísticas de alto nivel, el caso de equipos respiratorios que fueron usados durante la pandemia y posteriormente se descubrió que estos propiciaban cáncer, además de que no eran adecuados para el debido tratamiento de pacientes. Ahora se sabe del caso de los equipos médicos, también de Philips, como son los sistemas Azurion y las bobinas Sense XL, utilizados en hospitales mexicanos, incluyendo el Centro Médico Nacional Siglo XXI, lo que es un ejemplo alarmante de cómo la falta de acción de una empresa puede poner en riesgo a pacientes y profesionales de la salud.
Pero más allá de la indignación, este caso nos recuerda una verdad poderosa: el acceso a la información es un pilar fundamental para proteger nuestros derechos, especialmente el derecho a la salud.
La alerta emitida por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos en 2025 sobre los equipos Azurion, que presentan fallas de software potencialmente mortales, y las bobinas Sense XL, con riesgo de sobrecalentamiento, no es solo un llamado técnico. Es una advertencia que resuena en el corazón de miles de pacientes que dependen de estos dispositivos para procedimientos vitales, como cateterismos o resonancias magnéticas. En México, donde las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte, con más de 97,000 fallecimientos en 2023 según el Inegi, la inacción de Philips México frente a estas alertas es una afrenta a la dignidad humana.
El derecho a la información, consagrado en nuestra Constitución, no es un lujo; es una herramienta de empoderamiento. Cuando la FDA emite una alerta, cuando un trabajador de la salud comparte su preocupación ante sus autoridades hospitalarias o ante las autoridades nacionales, o cuando un medio de comunicación expone las irregularidades de una empresa, se enciende una luz que permite a las personas exigir rendición de cuentas. Este derecho nos da la capacidad de cuestionar, de organizarnos y de presionar para que se cumplan otros derechos fundamentales, como el de la salud. Sin información, estaríamos ciegos ante abusos como los de Philips, que, según testimonios en medios, no ha comunicado ni actuado para resolver las fallas en México, a pesar de los riesgos de retrasos en terapias críticas o quemaduras a pacientes.
Como sociedad, no podemos permitir que la negligencia de una empresa ponga en peligro vidas. La información pública sobre las alertas de la FDA, las estadísticas de mortalidad cardiovascular del Inegi, o la voz de profesionales, son un recordatorio de que la transparencia no solo salva vidas, sino que fortalece nuestra capacidad de exigir justicia. Cada paciente que acude a una sala de hemodinamia, cada familia que espera un diagnóstico preciso, merece saber que los equipos que los atienden son seguros. Y si no lo son, tienen el derecho de alzar la voz, de demandar acción inmediata y de no ser silenciados por la indiferencia corporativa.
La lucha por el derecho a la salud comienza con el acceso a la información. Es esta herramienta la que nos permite transformar la indignación en acción, la vulnerabilidad en fuerza colectiva. Exijamos que Philips México responda, que los equipos sean revisados y que las autoridades sanitarias actúen con urgencia. Porque cuando la información fluye, la sociedad se fortalece, y con ella, nuestra capacidad de proteger la vida y la dignidad de cada persona. No dejemos que el silencio de una empresa apague nuestra voz.
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Nota del editor: Julieta del Río Vengas es ex Comisionada del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Síguela en X como @JulietDelrio Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.