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#ZonaLibre | Musk apaga a Trump ¿y enciende a México?

Ahora que Elon Musk ha dejado de ver a Donald Trump como aliado, ha vuelto su mirada al sur, específicamente a México. Y no es casualidad.
vie 06 junio 2025 06:03 AM
Acciones de Tesla se desploman y Musk pierde millones tras enfrentamiento con Trump
La ruptura de Elon Musk con Donald Trump puede parecer un drama personal, pero sus efectos son geoeconómicos. México, en este nuevo tablero, tiene la posibilidad de asumir un rol más protagónico, apunta Caleb Ordóñez.

En política, como en los negocios, no hay amistades eternas. Que lo diga Elon Musk, quien ha roto públicamente con uno de sus aliados más controversiales: Donald Trump. Lo que parecía una relación simbiótica —un titán de la tecnología respaldando a un titán de la política— se ha transformado en una batalla de egos , con amenazas, reproches y, sorprendentemente, una nueva ventana de oportunidad para México.

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El quiebre se dio con declaraciones que retumbaron en todos los noticieros del mundo. Musk no solo decidió distanciarse de Trump; lo desacreditó de forma fulminante: “Sin mí, no sería presidente”, lanzó el CEO de Tesla y SpaceX, en referencia a la influencia y apoyo económico que ofreció durante la campaña de 2016 y, en menor medida, en 2020. Pero la frase fue solo el principio. Musk se lanzó con todo contra la nueva reforma fiscal impulsada por Trump, calificándola como “una abominación repugnante” que castiga la innovación, incentiva la burocracia y amenaza con frenar el avance tecnológico.

Del otro lado, Trump respondió con un tono confuso, casi melancólico: “¿Aún somos grandes amigos, Elon?”, dijo en una entrevista, mientras deslizaba una amenaza velada: si Musk continúa con esta postura, podría perder los subsidios federales que benefician a sus empresas. Como en toda ruptura con dinero de por medio, el despecho se mezcla con el cálculo político.

Pero más allá del espectáculo mediático, la ruptura podría desencadenar un giro estratégico con implicaciones globales. Porque ahora que Musk ha dejado de ver a Trump como aliado, ha vuelto su mirada al sur, específicamente a México. Y no es casualidad.

En 2023, Tesla había anunciado una gigafactory en Nuevo León que prometía ser la más grande fuera de Estados Unidos, en una negociación donde Marcelo Ebrard tuvo un papel estelar. Sin embargo, los cambios políticos, la presión de sectores conservadores y la falta de certeza jurídica congelaron el proyecto. Hoy, con una nueva administración en México y un Musk menos alineado con la derecha estadounidense, los vientos vuelven a soplar favorablemente.

¡Hola de nuevo, México!

Desde las oficinas de Tesla ya han salido señales discretas —pero firmes— hacia el gobierno mexicano. Se han iniciado conversaciones técnicas, contactos exploratorios y hasta propuestas para retomar el proyecto… y multiplicarlo. Ya no solo se habla de una fábrica de autos eléctricos, sino de centros de innovación, ensamblaje de baterías y hasta instalaciones logísticas para exportación a América Latina.

Aquí es donde se enciende la encrucijada política: ¿aceptará la presidencia de Claudia Sheinbaum esta “reconciliación eléctrica” con Elon Musk, sabiendo que podría irritar profundamente a un Trump que aún respira electoralmente? O mejor dicho: ¿importa lo que piense Trump, cuando México tiene frente a sí una oportunidad sin precedentes para convertirse en potencia automotriz verde?

La respuesta parece ir tomando forma. Sheinbaum ha reiterado que el nearshoring es una de las prioridades de su mandato. Y Tesla no es cualquier socio: representa liderazgo tecnológico, empleos bien pagados, impulso a la transición energética y, sí, una narrativa global de modernidad.

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Pero no todo es tan sencillo. Musk es brillante, pero volátil. Su historial de cambios abruptos, choques con gobiernos e incluso decisiones basadas en encuestas en redes sociales lo hacen tan impredecible como poderoso. México tendría que negociar con inteligencia, establecer límites claros y asegurar que los beneficios no se queden solo en cifras de inversión, sino en desarrollo real para las regiones involucradas.

La ruptura con Trump puede parecer un drama personal, pero sus efectos son geoeconómicos. México, en este nuevo tablero, tiene la posibilidad de asumir un rol más protagónico. Si sabe jugar bien sus cartas, el país no solo ganará un socio de alto perfil, sino también liderazgo regional en innovación verde.

Musk y Trump eran inseparables. Hoy, uno mira al futuro; el otro, al pasado. Y entre los dos, aparece México, con una sonrisa cautelosa y la posibilidad de transformar el despecho ajeno… en un contrato millonario.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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