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Lo que la baja participación electoral nos dice de la democracia en México

Con niveles de abstención en las elecciones judiciales, superiores al 85% de manera generalizada en el país, esta elección revela no solo apatía, sino también una profunda desconfianza.
mar 03 junio 2025 06:04 AM
¿Hoy 1 de junio se paga doble por la elección judicial?
Si bien fue una elección caracterizada por la complejidad, en el fondo y en la forma, la falta de interés ciudadano no es únicamente cultural ni estructural. Este desinterés y abstencionismo también es político, apunta Luis Ruiz.

La reciente elección judicial en México ha puesto sobre la mesa algunas verdades incómodas. De entrada, que la democracia no siempre convoca. En un país donde estamos acostumbrados a que las contiendas presidenciales concentran toda la atención y emoción política, pues se han colocado como la máxima expresión del ejercicio democrático, la ahora elección de jueces y magistrados pasó prácticamente desapercibida para la mayoría de la población.

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Los datos de participación lo reflejan con crudeza. Con niveles de abstención, en términos simples, superiores al 85% de manera generalizada en el país, esta elección revela no solo apatía, sino también una profunda desconfianza.

Y aquí es donde conviene ser claros. Si bien fue una elección caracterizada por la complejidad, en el fondo y en la forma, la falta de interés ciudadano no es únicamente cultural ni estructural. Este desinterés y abstencionismo también es político. Porque esta elección, más que una un ejercicio democrático, fue vista por muchos como una imposición impulsada por el gobierno pasado y actual.

En ese sentido, la elección judicial trajo consigo, desde su origen, una sospecha: ¿se trataba realmente de fortalecer al Poder Judicial o de someterlo al aparato gubernamental para desdibujar los poderes que componen esta nación? Esta duda legítima fue suficiente para que miles de ciudadanos optaran por no participar. Y cuando la legitimidad de origen está en duda, es difícil que un proceso electoral se perciba como creíble, útil o necesario.

Esto se agrava en un contexto donde la justicia, como institución, ya enfrenta un déficit de confianza acumulado. Durante décadas, ha sido vista como un espacio distante a la ciudadanía, opaco y muchas veces politizado. No sorprende entonces que, cuando se le somete a votación de un público más amplio, la respuesta sea el silencio.

Pero también es cierto que esta elección revela algo más profundo: la democracia mexicana sigue siendo, en gran medida, una democracia intermitente. Nos activamos políticamente solo en torno a figuras carismáticas o coyunturas históricas. Votamos con entusiasmo en presidenciales, pero con escepticismo o desinterés en todo lo demás. Es un modelo que funciona en lo formal, pero que no logra sostener la participación más allá de los grandes hitos, en donde la exigencia no es mucha. Es decir, es más fácil ser participe de eventos en donde la gente ni siquiera tiene que reconocer a sus candidatos, sino que vota por plataformas políticas que le son familiares.

Para mí, esto es reflejo de un fallo institucional, sí. Pero, también de un fallo en nuestras obligaciones como ciudadanos de este país.
¿Significa esto que debemos abandonar los ejercicios democráticos menos “populares”? No. Pero sí nos obliga a repensarlos desde la raíz. Esto es, ¿cómo hacer que estos procesos sean relevantes para la ciudadanía y vengan acompañados de herramientas más entendibles y útiles a los estilos de vida y acceso a la información de la población?

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Es cierto que el voto es el corazón de cualquier democracia, pero también es cierto que sin confianza en quienes llaman a votar, en lo que se elige y en para qué se elige, incluso el mejor diseño electoral queda vacío. La elección judicial es un recordatorio de que las formas importan, pero el fondo importa más. Y que ningún proceso puede presumir legitimidad si no hay legitimación social.

Lo que vimos no fue solo una elección gris. Más allá de las diferentes posturas que hay en relación con el acontecimiento, que lo califican de bueno o malo, fue el reflejo de un sistema que necesita urgentemente reconectar con su ciudadanía, explicar mejor sus propósitos, blindarse de intereses coyunturales. De un sistema que necesita recordar que la democracia no se impone, se construye. Paso a paso, elección tras elección, pero siempre con la gente adentro y con mecanismos que les hagan sentir así.

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Nota del editor: Luis Ruiz es consultor en comunicación estratégica corporativa y relaciones públicas. En los últimos años ha colaborado en el desarrollo de campañas de comunicación corporativa de compañías relevantes en el plano nacional y regional. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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Elecciones judiciales 2025 Política Opinión

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