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La pandemia sigue… en la educación

La educación no debe verse como algo segmentado y separado entre niveles, sino como un solo sistema global, que debe atender las necesidades básicas donde estamos rezagados.
jue 20 marzo 2025 05:55 AM
Los resultados de México en la prueba PISA de pensamiento creativo
Urge una profunda y minuciosa revisión de la educación, desde la básica hasta el nivel superior, señala Alfredo Valadez.

La pandemia, en términos de efectos en la educación, no se ha ido. Sus olas siguen afectando a diversas esferas educativas. La vacuna nos ayudó en cuestiones de salud, pero ésta no contribuyó a subsanar los flagelos al aprendizaje.

¿Cuál fue el daño que la pandemia generó en México respecto de la educación? La primera observación es que no debemos hablar en pasado, pues la resaca de las consecuencias sigue. Si las políticas educativas tardan años en brindar resultados, los daños que puede generar una crisis de salud pública mundial también son duraderos.

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Cambios en la forma de aprender

A nuestro país el virus Covid-19 lo tomó en una posición vulnerable en prácticamente todos los aspectos (económicos, sociales, sanitarios y educativos): agudizó e hizo más notorias muchas debilidades del sistema de educación mexicano. Para entender nuestra actual condición, habrá que echar un ojo a los datos que arrojó la prueba PISA en 2022: México se posicionó en el lugar 35 de los 37 países miembros de la OCDE sujetos a evaluación. Mientras que la media de los países de la OCDE es de 478 puntos, México consiguió un promedio de 407 unidades.

El rezago es claro. Somos el nada honroso tercer país dentro de la OCDE con más baja calificación en Matemáticas y Comprensión Lectora y el último lugar en Ciencias. La caída registrada es la peor desde que PISA nos evalúa, esto es desde 2000. Dos de cada tres estudiantes no lograron realizar operaciones matemáticas, uno de cada dos no comprendió una lectura y en ciencias, uno de cada dos se ubicó en el último peldaño de competencia.

Aunado a lo anterior, que por sí solo es preocupante, algo que nos heredó el estar confinados fue la modificación de los estilos de aprendizaje. Un proyecto, en el que participé caracterizó a los estudiantes de una universidad privada en el centro del país, en función de su preferencia cognitiva para aprender. Se recabaron datos de 2017 a 2024, incluyendo a 9,220 estudiantes universitarios. Lo que observamos fueron cambios drásticos en las maneras de aprender de los alumnos. Es decir, modificaron su estilo de aprendizaje durante y después del confinamiento.

Los estilos de aprendizaje son siete: activo, teórico, reflexivo, pragmático, reflexivo-teórico, activo-pragmático y activo-pragmático-reflexivo-teórico. Se encontraron tres aspectos relevantes:

1) Hay una propensión de ciertas áreas del conocimiento hacia un estilo de aprendizaje. Por ejemplo las ciencias de la salud tienden a requerir un enfoque más activo, debido a las demandas prácticas de estas áreas. Este enfoque fue más adaptable a la enseñanza virtual.

2) El estilo de aprendizaje cambió su tendencia y patrón en la transición de la modalidad presencial a la virtual, en ambos géneros, con ajustes en la forma en que los estudiantes procesan y retienen información.

3) Las correlaciones entre el tiempo medido por ciclo escolar y las variables asociadas a la lectura fueron negativas. El estudio muestra que entre 2017 y 2023, las preferencias de aprendizaje de los estudiantes se han visto afectadas por la pandemia. En general, durante el confinamiento se documentó una baja en la velocidad y comprensión lectora. Después del regreso a las clases presenciales, el estilo de aprendizaje predominante volvió a ser Reflexivo-Teórico, aunque con una disminución en ciertos indicadores de rendimiento en lectura.

Profesionistas menos preparados

Ese último resultado es congruente con los reportes de la prueba PISA. Hemos retrocedido en la velocidad, pero sobre todo en la comprensión lectora. Tenemos todos los elementos que reflejan que cada año incursionan al mercado laboral una cantidad notable de profesionistas que no cuentan con las habilidades necesarias que las empresas y empleadores en general necesitan para un funcionamiento adecuado y para beneficio del país.

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Por tanto, urge una profunda y minuciosa revisión de la educación, desde la básica hasta el nivel superior. La educación no debe verse como algo segmentado y separado entre niveles, sino como un solo sistema global, que debe atender las necesidades básicas donde estamos rezagados, pero también velar por las competencias universitarias y habilidades blandas que pueden aumentar la probabilidad de éxito en la vida laboral.

Los cambios en el sistema educativo son de largo plazo, por lo que es urgente empezar a ajustar ya el modelo para cubrir las deficiencias observadas en los estudiantes. Pero hay acciones que pueden tomarse en el corto plazo. Una medida que no representa un costo importante para las universidades es mapear el estilo preferente de aprendizaje por área de conocimiento, lo que permitirá a cada responsable de carrera ajustarse para obtener mejores resultados.

Una población bien educada y competente es clave no sólo para generar una fuerza de trabajo competitiva frente al resto del mundo, sino también para desarrollar emprendedores, creadores de startups e innovadores que hacen la diferencia en la generación de riqueza en nuestras sociedades.

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Nota del editor: Alfredo Valadez es profesor e investigador de la Escuela de Administración y Negocios en CETYS Universidad, campus Tijuana. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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