Pero también es cierto que hay una ciudadanía ausente en dos sentidos: 1) personas que votan en un territorio distinto a aquel en donde viven, con los riesgos naturales por la falta de información precisa, actualizada y suficiente, y 2) un amplio desinterés por ejercer el sufragio desde fuera de México.
Ha causado mucho revuelo el que el Instituto Nacional Electoral (INE) anunciara que el voto en el extranjero quedará fuera de la elección judicial, esto es, que quienes residen fuera del país no podrán participar en la renovación de jueces y juezas, magistrados y magistradas, ministros y ministras en la elección del próximo año (segunda sesión extraordinaria del Consejo General del pasado 13 de diciembre).
Siete consejeros descartaron esta modalidad frente a tres que se pronunciaron en su favor. Entre quienes la desecharon, Uuc-kib Espadas argumentó: “me parece que pretender que los mexicanos que no van a ser sujetos de jurisdicción de ciertos jueces los elijan, es una pretensión que no se sustenta tampoco en el derecho al voto garantizado por la Constitución. Un principio básico de democracia es que las personas puedan votar por quienes ejercen autoridad sobre ellas, y en este caso resultaría una franca contradicción que personas que no pueden ser juzgadas por las personas que se van a elegir, deban decidir quiénes son las personas que juzgaran a otras personas”.
Para la consejera Dania Paola Ravel el problema para no considerar la modalidad tiene que ver con una imposibilidad material y técnica: “estamos haciendo realmente esta elección extraordinaria a contracorriente. Una de las cuestiones a las que nos tenemos que enfrentar es el tiempo tan acotado que tenemos para realizar esta elección (…) aunque es el tiempo habitual en el que organizamos una elección ordinaria, pero esta elección es distinta, muy distinta a las que hemos organizado”.
Una de las consejeras que defendió el voto en el extranjero en la elección judicial de 2025 fue Carla Astrid Humphrey. “Me parece que es una lucha histórica que ha dado la comunidad migrante. No veo razones de peso para excluirles”, dijo al principio de su participación. Posteriormente mencionó el clásico argumento de la numerosa comunidad mexicana en el extranjero.
Es cierto, “según el IME, mexicanos de primera generación hay más de 12 millones, pero si ya hablamos de segunda y de tercera, llegamos casi a 36, 37 millones. Estos 12 millones a los que hago referencia es un padrón electoral mayor a países como Portugal, Bulgaria, solamente menor a, por ejemplo, el padrón del Estado de México en nuestro país”, tal como citó Humphrey.
Empero, las cifras demuestran un enorme desinterés de los mexicanos residentes en el extranjero por votar, esa es la realidad. Son datos que la propia consejera mencionó en su discurso: en 2006 votaron 32,621 personas, ahora se recibieron 184,326 votos. ¿No es una cantidad insignificante frente al gran padrón potencial del que se habla, integrado por más de 12 millones de personas?