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Lucha contra la lacra de la violencia machista. Lucha por los derechos de todos

Para que los derechos humanos operen en la realidad, es requisito indispensable acompañar al proceso en que las mujeres se integren con plenitud al desarrollo del planeta.
mar 26 noviembre 2024 06:03 AM
Lucha contra la lacra de la violencia machista. Lucha por los derechos de todos
La única posibilidad que tiene el mundo para salir adelante y progresar es con las mujeres en plenitud en el goce de sus derechos, apunta Javier Urbano Reyes.

La lucha por la dignidad, la igualdad, la protección, la promoción y la restitución de los derechos de las mujeres es un esfuerzo por los derechos de la sociedad global. Sin los derechos de ellas no existen los derechos de todos.

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Los datos son desalentadores. Un informe de ONU Mujeres en conjunto con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), pone en cuestión la inoperancia de las políticas públicas en materia de atención a esta población en todo el sistema de naciones. Según dicho informe, cada 24 horas, 140 mujeres y niñas son asesinadas en el mundo por sus familiares o miembros de su entorno. Dicho con mayor gravedad, cada 10 minutos se comete un feminicidio en el mundo. De los 85,000 feminicidios cometidos en el planeta en el 2023, cerca de 51,000 fueron cometidos por una pareja o familiar. Por continente, África tiene las cifras más preocupantes con más de 21,700. Este continente registra 2.9 víctimas por cada 100,000; América tiene 1.6 por cada 100,000; Asia 0.8 y Europa 0.6. Por más baja que sea la cifra, esta lacra es generalizada en todo el mundo.

El sistema multilateral se ha provisto de un entramado jurídico robusto, consistente, que podría ser una herramienta muy poderosa para luchas contra este fenómeno. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención sobre los Derechos del Niño; la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad; el Convenio sobre los Trabajadores con Responsabilidades Familiares, 1981 (núm. 156); el Convenio sobre la Protección de la Maternidad, 2000 (núm. 183); el Convenio sobre las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, 2011 (núm. 189) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belem do Pará), 1994, entre otros muchos instrumentos.

Este acervo marca una agenda de temas estratégicos en la lucha contra la violencia que se ejerce en contra de las mujeres. Dicho entramado marca una “hoja de ruta” que desde hace décadas ha tratado de orientar las políticas públicas de todo el sistema de naciones. Sin embargo, su poder llega hasta la frontera de la voluntad, la capacidad y la visión de las políticas públicas nacionales. Sin la sincronía entre éstas y el acervo internacional no hay ninguna posibilidad de avances. Infelizmente hasta el momento los países han fracasado, si por lo menos lo han intentado, en sus políticas de desarrollo de las mujeres.

La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en su Informe del 27 de mayo de 2004 ha dicho:“(...) algunos grupos de mujeres, como por ejemplo las pertenecientes a minorías, las indígenas, las refugiadas y desplazadas internamente, las migrantes, las que viven en comunidades rurales o remotas, las indigentes, las recluidas en instituciones o detenidas, las niñas, las mujeres con discapacidades, las ancianas, las viudas y las mujeres en situaciones de conflicto armado, suelen constituir un blanco especial o estar particularmente expuestas a la violencia, situación en la que también se encuentran las mujeres objeto de otro tipo de discriminación (...)”. Y manifiesta su convicción de que “(...) la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia se manifiestan en forma diferenciada para las mujeres y las niñas, y pueden ser factores que llevan al deterioro de sus condiciones de vida, a la pobreza, a la violencia, a múltiples formas de discriminación y a la limitación o denegación de sus derechos humanos (...)".

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Para que los derechos humanos operen en la realidad, es requisito indispensable acompañar al proceso en que las mujeres se integren con plenitud al desarrollo del planeta. Sin ellas no hay futuro posible porque son la mitad de la población mundial, porque son la mitad de la comunidad. La única posibilidad que tiene el mundo para salir adelante y progresar es con ellas en plenitud en el goce de sus derechos.

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Nota del editor: Javier Urbano Reyes es profesor e investigador del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA); coordinador de la Maestría en Estudios sobre Migración (MEM) del DEI-UIA. javier.urbano@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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