Juntos representamos un mercado de 500 millones de personas, y nos hemos consolidado como los principales socios comerciales entre nuestros tres países, con gran interdependencia entre sí para buena parte de nuestros procesos productivos e industriales.
La capacidad que se tiene en la región de ofrecer más productos a mejores precios a nuestras sociedades sólo es posible por estos 30 años de integración.
Además, hemos logrado procesos de integración industrial regional ejemplares, con industrias clave para el mundo como lo es la industria automotriz.
Somos la segunda región de mayor producción de vehículos en el mundo. Dos de nuestros 3 países están en el top 10 de producción. Igual en autopartes, los 3 países están en el top 15. Y en mercados de ventas, también estamos en el top 15.
Esto representa la generación de empleos de alta calidad, el desarrollo de una fuerza laboral altamente capacitada y sofisticada, ingresos importantes para los hogares que dependen de esta industria y de todas las que están de alguna u otra manera relacionadas. Es prosperidad y desarrollo.
Lamentablemente, de unos años a la fecha, y en particular la nueva era del T-MEC a partir de 2020, los 3 países han tenido un ánimo de dilapidación de esta importante integración, con discursos públicos y acciones gubernamentales totalmente adversas al concepto de Norteamérica como región.
Desde al menos 2018 a la fecha, de manera sistemática se han tenido políticas públicas o proteccionistas violatorias del tratado en los 3 países. Ya sea por acciones proteccionistas, como es el caso de Estados Unidos y Canadá, o por acciones de debilitamiento institucional y democrático como en México.
En un entorno geopolítico cada vez más marcado por las tensiones económicas de Estados Unidos con China; y por el profundo discurso polarizante, México ha sido la piñata favorita de los políticos estadounidenses en el terreno electoral.
Aunque con falsedades y sin datos de sustento, se ha acusado a México de ser un puente para las inversiones chinas que buscan exportar sus productos hacia Estados Unidos, buscando, según el discurso electorero, aprovecharse de las facilidades que da el T-MEC a México.
Adicionalmente, el discurso anti inmigrante que ha imperado los últimos años en Estados Unidos, junto con su profunda incapacidad, o decidia, de hacer algo contra los cada vez más altos niveles de consumo de drogas, han posicionado a México como el punching bag preferido de todos sus problemas.
Recientemente, Canadá se ha unido a estos señalamientos de México como amenaza china para la región. También, en un profundo intento irresponsable del primer ministro por tratar de recuperar algo del amplio terreno electoral que ha perdido por sus malas decisiones de gobierno.
La política electorera de Estados Unidos y Canadá está generando un entorno basado en falsos supuestos que es muy peligroso, no solo para México sino para América del Norte en su conjunto.
No ayuda que en México, lejos de ver cómo reafirmar nuestra confiabilidad como socio comercial y político, hay más preocupación por ver de qué manera se impulsan reformas anacrónicas y regresivas, que afectan la confianza los socios e inversionistas internacionales.
Para hacer frente a campañas de desinformación, como la iniciada en Canadá por su asociación de autopartes contra México por temor a perder competitividad, sin ver que en la perspectiva general ellos salen también perdiendo con ese discurso.
O para contrarrestar discursos falaces de corte electoral en Estados Unidos para generar encono, sin entender que el costo económico e inflacionario para ellos de no tener a México como socio es insostenible, es fundamental que el gobierno mexicano se ponga en orden y tenga una estrategia.
La división de Norteamérica sería mortal, y totalmente contraria a la preocupación que hay sobre la invasión comercial china, y su control de las cadenas globales de componentes críticos.
Como ejemplo regresemos al automotriz. Norteamérica produce 17% de los vehículos del mundo. El primer lugar es Asia, con 60%; y el tercero es Europa con 16%, es decir, nos pisa los talones.