Estamos en el último mes de este sexenio de caricatura. Y no porque genere risas (todo lo contrario), sino porque se han encargado de hacer todo lo posible por generar una simulación animada de las tareas de gobierno. La tarea principal no ha sido generar resultados, sino más bien dar la impresión que hay buenas intenciones y que lo que importa es lo que se desea hacer, no si se logra o no. De vez en cuando se recurre a algunos datos aislados para hacer pensar que la ruta es adecuada y que si hay algo que no funciona es porque lo que se realizó hace 6, 12 o más años les impide trabajar eficientemente. La narrativa por encima de la realidad.
#ColumnaInvitada | La pira de los abusos
Uno pensaría que con estos temas y modalidades populistas ya estarían suficiente satisfechos de que se debe parar el tren de destrucción puesto que al final del día con el engaño sistemático lograron que una enorme mayoría de la población cayera en la trampa y provocaron el alud electoral que todos vimos el 2 de junio pasado. La mecánica fue realmente eficiente porque a pesar de la nulidad de resultados en todas las materias (seguridad, justicia, trabajo, salud, educación, medio ambiente, etc.), el peso de los programas sociales y la retórica diaria de aparente cercanía (no hay tal como se pudo ver ante la nula presencia en casos como Acapulco y Chalco) provocó que para grandes sectores de la población el repetir la fórmula de Morena fuera atractivo (y a su vez no lo fueron los partidos tradicionales a quienes se culpa sistemáticamente de todos los males del país).
Y así llegamos a este mes de septiembre en que el foco del partido dominante debería ser el asegurar una transición tersa y un nuevo gobierno con el mayor nivel de posible éxito. Eso dicta el sentido común, pero en Morena, y particularmente en lo que toca al actual presidente, eso es lo más escaso. Entonces, lo que hoy estamos viendo es que el inquilino de Palacio Nacional no se quiere ir en forma silenciosa. Para que hacerlo sencillo si se puede hacer complicado. Sus caprichos son lo más relevante.
Todos sabemos que el presidente es una persona sumamente vengativa, y en este sexenio ha hecho gala de su poder para ir tras quienes se han atrevido a contradecirlo. En ese tema tienen un especial papel los juzgadores federales, quienes a través de amparos, controversias y acciones constitucionales detuvieron grandes atropellos y errores. Pues tal osadía ahora tiene un enorme problema en la propuesta de reforma al Poder Judicial que amenaza con extirpar a las personas que actuaron en estos casos, sin importar que en el camino se destruya la carrera judicial, la autonomía y la óptica de impartición de justicia. De manera simultánea también se están queriendo eliminar los organismos constitucionales autónomos porque muestran igualmente independencia y no sumisión a caprichos del ejecutivo. En todos los casos se pisotean a instituciones que le corresponden a la ciudadanía. Concentrar poder es la misión a toda costa.
Por eso ahora vemos con suma preocupación que en sus últimas semanas el presidente no tiene mesura alguna en lo que puede hacer aprovechando la integración y la cercanía a la mayoría calificada en el Senado (la tienen con sobra en la Cámara de Diputados) para implementar lo que conocemos como el Plan C y que son un paquete de muchas iniciativas, la gran mayoría de las cuales son altamente lesivas y dañinas para el país (a 5 de ellas las hemos llamado los jinetes del apocalipsis en una entrega previa). Lo extraño es que ninguna de estas reformas es necesaria. De hecho son despreciables en cuanto al bien de México. Tan son adversas que los mercados han mandado señales claras de castigo a la economía del país si se sigue por esa ruta. Pero Morena no parece importarle mucho ese derrotero porque quieren darle al presidente un regalo de salida, aunque sea uno que implique una turbulencia nacional sin necesidad alguna.
Y en este sentido una de las personas que más serán afectadas si el presidente insiste en su capricho de salida es la propia nueva presidenta. Es un hecho que las finanzas públicas están en un momento de absoluta debilidad (resultado directo del enorme dispendio por más de cinco años y la no adopción de decisiones que hubieran permitido un despertar económico masivo) y que empujar variables que nos manden a un tobogán de una crisis sistémica, en particular al final del sexenio y con un entorno recesivo mundial.
Pero a pesar de todo lo malo que puede pasar, incluso para su propio gobierno y el que viene, el presidente quiere enviar a la pira todos los temas que solamente demuestran su enorme deseo de abusos y destrucción. Y así entonces nos queda este mes para ver hasta dónde llega el deseo de concentración de poder aunque eso descarrile la economía nacional. Lo que se les olvida es que en el momento en que las finanzas no permitan sortear la enorme carga presupuestal de los programas sociales (y también las obras faraónicas y la situación de Pemex que absorben recursos en forma masiva), entonces todo el desastre de la pésima gestión gubernamental será absolutamente evidente para toda la población que hasta ahora ha tenido el beneficio de entregas en efectivo mensualmente. Si ese castillo de naipes cae, no tengo que explicar que el nuevo sexenio nacerá muerto antes de iniciar. A Claudia le corresponde intervenir para evitar que el país sea presa de la pira de los abusos si no quiere ser incinerada en el proceso.
P.D.1. Tenemos que decir que lo que se hizo por parte de la mayoría del INE y del TRIFE es de las acciones más burdas, incongruentes y adversas de las que tengamos noticia en nuestra historia. Haber concedido la sobrerrepresentación y torcer la Constitución solamente demostró su sumisión, baja estatura profesional, y nula visión periférica. Cargarán con ese error por el resto de sus vidas.
P.D.2. Haber visto que los jóvenes universitarios finalmente despertaran y ocuparan las calles el domingo 1 de septiembre para oponerse a la reforma judicial es de gran inspiración pues finalmente deja ver que son los ciudadanos más recientes los que ya comprendieron los enormes riesgos que se ciernen sobre el país. Ahora el secreto es que no suelten ese rol contestatario y que defiendan la nación en la que vivirán por mayor tiempo que los demás.
P.D.3. Estamos ya con el Democratómetro en funciones para asegurar que los 43 Senadores en los que descansa el dique para evitar que la destrucción que supone el Plan C se llegue a aprobar. No exageramos al decir que es la prueba de fuego más importante que nuestra democracia ha presenciado quizá desde eventos como la Revolución hace más de 100 años. La tolerancia al error es nula pues una sola falla en afiliación, asistencia o voto provocaría el derrumbe nacional.
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.