Es muy atractiva, para ciertos grupos, la idea de crear un nuevo partido. Sin embargo, habría que evaluar bien cuál sería el objetivo, si realmente es lo que se requiere y, en su caso, qué legitimaría realmente a un nuevo partido y con qué tipo de personajes podría hacerse.
Por supuesto la creación de nuevos partidos es un derecho constitucional, pero eso no significa que sea la vía idónea para lo que comentócratas y supuestos analistas han argumentado.
Hay muchas cosas que reflexionar antes de pensar en si se requiere o no un nuevo partido político en México. Lo primero que se debe analizar a profundidad es la realidad social del país, los errores propios, y por qué el 2 de junio se tuvieron los resultados que se tuvieron.
Es fundamental comprender por qué tantos ciudadanos ven en la 4T la mejor opción para gobernarlos, en qué se identifican tanto con esta opción, y por qué la oposición en su conjunto no resulta, desde 2018, una opción viable para lo que buscan.
A poco más de un mes de la elección, no parece que ni en la oposición, ni en la comentocracia que tanto la impulsó en esta elección, estén haciendo una pausa para entender el contexto que los llevó a la derrota.
Queda claro que no se está dando una reflexión, más bien se están profundizando las premisas erradas, y viscerales, que se argumentaron antes de la elección. Un nuevo partido que no entienda la realidad es un partido que solo replicaría errores, a costa del erario.
El hilo común de los partidos creados en los últimos 20 a 30 años en México es precisamente el objetivo de obtener prerrogativas, pero de poco o nada han servido en mejorar las políticas públicas. Han sido negocios de grupos. ¿Por qué un partido nuevo sería distinto?
Esto nos lleva a un segundo elemento a considerar en la creación de un nuevo partido, que es la pregunta clave de ¿quiénes impulsan este nuevo partido? Esto es fundamental para identificar si será un partido enfocado en el país, o en los personajes del grupo que lo promueve.
Hasta el momento, muchas de las voces que han clamado por un nuevo partido argumentan que debería liderarlo la fallida excandidata Xóchitl, perdedora por un margen histórico, argumentando el apoyo que logró reunir. Es decir, esa caída de votantes de sus partidos que la llevó a sacar la menor votación histórica de ambos, combinados.
¿En qué mundo una persona que nunca tuvo la capacidad de acercarse a los diferentes grupos sociales y que no supo entender las necesidades sociales y convencer que su proyecto las atendía sería una buena opción para crear un nuevo partido?
Por otro lado, están las supuestas organizaciones ciudadanas que conformaron Unidos por México y la autollamada Marea Rosa, el Frente Cívico entre ellos. Organizaciones lideradas por expolíticos obsoletos, o pseudo empresarios que por años han perseguido poder político sin lograrlo.
Muchos personajes del Frente Cívico se volcaron tanto en la alianza como en los supuestos grupos ciudadanos porque ya no conseguían posiciones en sus institutos políticos, no por un objetivo real de democratización como lo trataron de hacer creer.
Ver en las filas de Unidos y del Frente Cívico a personajes políticos que fueron altamente cuestionados en su momento, o que simple y sencillamente se quedaron en una realidad del país que ya no existe, no ofrecen buenos augurios sobre un nuevo partido creado por ellos.
Que juniors empresariales y supuestos empresarios que se han caracterizado por estar metidos en la “grilla” para sacar beneficio personal cuando dirigieron alguna organización, con una clara incomprensión de lo que sucede en el país más allá de sus círculos personales, tampoco ofrece buenos augurios.