Este 2 de junio, México elige a su próximo presidente, una decisión que definirá el futuro del país por los siguientes seis años. Estudiar, analizar y hablar sobre las propuestas de los candidatos es una responsabilidad que tenemos como ciudadanos antes de emitir nuestro voto. A mí me interesan especialmente dos temas: educación y tecnología.
Elecciones 2024: ¿las promesas tecnológicas y educativas transformarán a México?
México enfrenta desafíos educativos y tecnológicos significativos. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), más de seis millones de niños no está escolarizado s. Además, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) revela que 25.4 millones de mexicanos no tienen acceso a internet . En la era del 5G, aún existen mexicanos desconectados del mundo y no por problemas de conectividad. Los candidatos conocen esto y proponen algunas soluciones, pero ¿son suficientes en el marco de la era digital?
Una escasez de propuestas
En esta contienda electoral encontramos tres visiones distintas que prometen transformar el panorama tecnológico en México, tenemos propuestas como digitalizar servicios gubernamentales, incluir tecnología blockchain en tarjetas de salud, incluso hasta poner en órbita un satélite para llevar internet a las comunidades más remotas del país. Suenan bien, ¿verdad? Pero, cuando empezamos a preguntarnos sobre cómo se financiarán las propuestas, las estructuras que serán necesarias para su viabilidad, las propuestas se convierten en un desierto con una bola de paja rodando.
Hay una notable falta de planes específicos para la educación en tecnología. Y es que, puede que sea mucho pedirles considerando que, de los 127,000 planteles para brindar educación básica en México, 53.7% ni siquiera cuenta con computadoras y la mayoría (70.7%) no tiene conexión a Internet.
Necesitamos planes sólidos que contemplen todo: desde la financiación, hasta cómo vamos a asegurarnos de que todo el mundo pueda beneficiarse y contribuir. Sin una visión completa y detallada, estas promesas tecnológicas podrían quedarse sólo en eso, promesas.
Todas las tecnologías que proponen los candidatos a la presidencia pierden su sentido si no se acompañan de un plan educativo con enfoque definido a carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Por ejemplo, para implementar el blockchain a tarjetas de salud o para poner en órbita satélites, se necesitan habilidades específicas que entiendan y dominen sistemas complejos de computación. Por desgracia, no veo un plan que enseñe esas habilidades. Fomentar el talento parece ser un tema que ha quedado relegado.
En la educación encontramos el soporte de la tecnología y la innovación. No puede existir innovación si no existe una infraestructura y un sistema educativo de calidad que se encargue de crear y educar al próximo Gordon Moore o Ada Lovelace.
Una acción vale más que mil palabras
¿Son suficientes todas las propuestas en educación y tecnología de los candidatos? Definitivamente no, el país necesita construirse alrededor de la tecnología, y por ende, alrededor de la educación, porque es el innegable pero olvidado motor que necesitamos para llegar a una sociedad preparada para los desafíos globales.
El mundo está entrando a una era donde la tecnología y la información son la moneda de cambio más valiosa. Países como Finlandia han implementado plataformas digitales en su sistema educativo, personalizando el aprendizaje y permitiendo que los estudiantes avancen a su propio ritmo, mejorando su compromiso y resultados académicos. Corea del Sur ha invertido en una red nacional de educación online, asegurando el acceso a recursos digitales de alta calidad para todos los estudiantes, crucial durante emergencias. En Chile, se ha utilizado software educativo gamificado , incrementando la motivación y el rendimiento en matemáticas de los estudiantes.
Podría recomendarte investigar más y optar por la mejor opción política, pero ante esta situación, más bien me surge la duda ¿cómo podemos exigir mejores propuestas a nuestros candidatos?, ¿cómo hacerles ver que no es suficiente?, ¿cómo podemos demandar mejores condiciones educativas y tecnológicas a los políticos en turno? Para mí, la democracia radica en resolver estos planteamientos y tiene un sentido más profundo que el salir a votar un día cada 6 años.
Mientras reflexionamos y buscamos mejores prácticas democráticas, podemos observar quiénes sí están haciendo algo por el fomento de habilidades tecnológicas en el país, así sea una asociación civil, una organización, o una empresa, y apoyar estas iniciativas. En cada caso, ese apoyo se verá diferente, pero definitivamente es el “voto” de confianza que depositamos en estas agrupaciones lo que tiene un impacto más consciente y controlado sobre el país que queremos ver. ¿Quién se atreve a proponer un plan de estudios desde educación básica, que vaya acompañado de una infraestructura tecnológica? ¿Y por dónde empezamos?
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Nota del editor: Ana Peña es directora de comunicación para Intel Américas. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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