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#ColumnaInvitada | Debate: nadie ganó; México perdió -otra vez-

Nadie ganó y, ante el penoso episodio realizado por los tres candidatos, Claudia Sheinbaum fue la que menos perdió.
mar 09 abril 2024 06:07 AM
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Un debate aburrido, rígido y con errores en la producción que, junto con los moderadores, se convirtieron en protagonistas (demasiadas intervenciones) dada la falta de liderazgo de los candidatos presidenciales, apunta Ricardo Robles.

El primer debate presidencial organizado por el INE resultó en una oportunidad perdida para los candidatos y una decepción para los votantes. En lugar de ofrecer claridad sobre sus filosofías y visiones de México, los participantes dejaron una impresión de falta de estrategia y liderazgo y desconexión con la realidad.

No hubo estrategia de fondo y, si la tenían, no lograron ejecutarla claramente. Tampoco tuvo un golpe contundente de alguno de ellos contra su adversario en la contienda. Vimos una serie de ideas mal explicadas, múltiples ataques nerviosos y ambiguos a adversarios, pero sin una lógica por lo menos táctica, mucho menos estratégica.

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Varias veces estuve a punto de cambiar el canal. Mi frustración aumentaba al recordar aquel capítulo de la serie West Wing de NBC (séptimo capítulo de la séptima temporada) -que fue transmitido en vivo- en el que el candidato Matt Santos, luego de la presentación de las reglas del debate por el moderador, rompe el protocolo y reta a su contrincante Arnold Vinick a debatir libremente y sin tantas restricciones en el formato. Lo que sigue es interesante y emocionante. Lo de ayer fue desesperante y frustrante: los asesores que entrenaron para el debate debieron, por lo menos, ponerle ese capítulo a sus candidatos.

Por el contrario, el INE volvió a tener un formato rígido (cuando habían prometido uno ágil y dinámico) con un ligero y mal empleado intento con sus “bolsas de tiempo”, (que también tenía restricción de tiempo), y aún ese momento no supo ser bien aprovechado por los candidatos: era evidente que no sabían cómo utilizarlo. Paradójicamente, lo más cercano a lo que nos hubiera gusto ver fue el microdebate por el mal seguimiento y confusión que se generó con el reloj, precisamente en ese espacio.

En cuanto a la imagen proyectada por los candidatos que también cuenta y cuenta mucho (los expertos señalan que más de un 90% de nuestra comunicación es no verbal), la Consultora en Imagen Pública, Nury Novello, explica que los tres candidatos se vieron demasiado impostados, con discursos hechos y nada naturales, como la sonrisa falsa y exagerada de Jorge Álvarez Máynez.

Nury explica que en cuanto a vestimenta, en general, los candidatos lo hicieron bien e incluso el maquillaje y peinado de Xóchitl Gálvez fue un gran acierto; mientras que Claudia Sheinbaum proyectó una imagen más presidencial: “habla, se mueve y comunica como una mujer preparada y segura”.

Ninguno de los candidatos emociona ni motiva a ir a votar. Difícilmente este debate moverá la intención de voto, como señala Cándido Martínez, experto en Inteligencia de Datos que ha dado seguimiento a través de encuestas a la campaña.

Un debate en el que Álvarez Máynez seguro ganó conocimiento pero difícilmente votos y nos dejó esperando la famosa disrupción que supuestamente nos iba a traer esa campaña.

Claudia comenzó muy rígida por los nervios, pero luego fue sintiéndose cómoda y dominando el escenario; sin duda fue la que proyectó mayor seguridad. Eso le bastó seguramente para ser la que menos perdió. No convenció a nadie pero su voto proyectado -y va liderando en las encuestas- seguramente le seguirá dando respaldo.

Xóchitl acelerada, exagerada, con muchas ideas imprecisas y desordenadas, y coronada por un cierre fatal en el que se puso a leer, lo que le quita credibilidad, y mostró la bandera al revés (si es cierto que fue intencional, no lo aclaró en su mensaje y pareció un error; y en política lo que parece, es).

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En síntesis: un debate aburrido, rígido y con errores en la producción que, junto con los moderadores, se convirtieron en protagonistas (demasiadas intervenciones) dada la falta de liderazgo de los candidatos presidenciales. Lo grave para el país, más allá del debate, es precisamente eso: la falta de liderazgo de quien va a ser su próxima presidenta o presidente, cualquiera de los tres.

Quien más perdió, una vez más, fue México. Nadie ganó votos el domingo, pero muy probablemente se perdió participación en la jornada electoral. ¿A usted le dan ganar de salir a votar? ¡Hay que hacerlo a pesar de estos candidatos!

En última instancia, el debate sirvió como un recordatorio de la urgente necesidad de líderes políticos sólidos. Más allá de las diferencias ideológicas, el país requiere figuras capaces de inspirar confianza y liderar con visión y determinación. Esta es una responsabilidad compartida por todos los sectores de la sociedad, y una tarea que debemos abordar con seriedad y compromiso. Si queremos un futuro mejor necesitamos urgentemente seguir impulsando más y mejores líderes para México. Esa sí es una tarea que nos exige a todos, nos obliga a todos y el país lo necesita urgentemente.

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Nota del editor: Ricardo Robles es experto en liderazgo, crisis y campañas políticas. Síguelo en X ( @ricardorobless) . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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