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Primer debate presidencial: nada para nadie

El resultado fue un debate que -si bien resultó un ejercicio valioso-, va a quedar como poco memorable y que será recordado por el mal manejo del reloj.
lun 08 abril 2024 05:03 AM
Primer debate presidencial: nada para nadie
Las preguntas fueron en general bastante buenas, aunque en algunos casos, reiterativas, por lo que uno de los resultados del debate fue una sensación de que se intentaron demasiados temas y se abarcó poco a profundidad, apunta Horacio Vives Segl.

Desde que se celebró el primer debate presidencial en 1994 hemos apreciado un mejoramiento en el formato de uno de los instrumentos más importantes de información de la ciudadanía para ejercer un voto informado. Ciertamente, desde 2018, los formatos aprobados han permitido que los debates sean menos acartonados e interesantes para el público.

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Se celebró el 7 de abril el primer debate organizado por el Instituto Nacional Electoral entre las candidaturas a la Presidencia, en el que participaron la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México (conformada por los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática), Xóchitl Gálvez; Movimiento Ciudadano, que postula Jorge Álvarez Máynez y de la coalición Sigamos Haciendo Historia (integrada por los partidos Morena, del Trabajo y Verde) que postula a Claudia Sheinbaum. Más allá del caótico manejo del reloj para la distribución del tiempo en las intervenciones, la selección de las preguntas en las que hubo una importante participación ciudadana en su elaboración. En ese sentido, hay que destacar la pericia de los moderadores, Manuel López San Martín y Denise Maerker, ante el descontrol del reloj, aunque ciertamente se hubiera esperado ser más incisivos para que se contestaran las preguntas y evitar que se salieran por la tangente.

Hay ciertos cánones mínimos esperados en la celebración de los debates: para quien se supone que va liderando las intenciones de voto, resulta un dilema asistir, ya que los demás contrincantes suelen atacarle para disminuir la brecha en las encuestas y que si bien se espera que se presenten las formas de cómo hacer factibles las propuestas, la realidad es que el público también espera que se presenten ataques para ver la manera en que los participantes del debate reaccionan. Esto es, suelen ser tan o más importantes las reacciones emocionales y psicológicas que el sustento de las propuestas.

En esa lógica – y más allá del grado de satisfacción con el que cada persona perciba el debate- es importante poner en contexto que se trata de ejercicios que rompen la tradicional comodidad en la que se desarrollan las candidaturas, reforzadas por eventos a modo y una inclemente e incesante “spotiza” que no permiten un adecuado contraste de proyectos y personalidades políticas. Resulta fundamental que los candidatos puedan mostrarse en formatos que incomoden, retadores y desafiantes. Que se vea cómo reaccionan ante escenarios en los que no tienen el control.

Las preguntas fueron en general bastante buenas, aunque en algunos casos, reiterativas, por lo que uno de los resultados del debate fue una sensación de que se intentaron demasiados temas y se abarcó poco a profundidad.

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Los temas a tratar en el debate –educación, salud y transparencia y combate a la corrupción, no discriminación, grupos vulnerables y violencia contra las mujeres- representaban un importante desafío para la candidata que defiende los supuestos logros del gobierno en turno. Para algunos, esa lógica, la evasión ante los cuestionamientos fue un buen saldo para ella, aunque ciertamente hay una inconformidad ante la ausencia de respuestas ante los ataques. Como era de esperarse, la candidata opositora atacó con diversos argumentos a la candidata del régimen que ofrece continuidad política.

Antes del debate se esperaba que Claudia Sheinbaum esquivara los ataques principalmente de Xóchitl Gálvez; que Gálvez noqueara a Sheinbaum y que Álvarez Máynez se diera a notar. El resultado fue un debate que -si bien resultó un ejercicio valioso-, va a quedar como poco memorable y que será recordado por el mal manejo del reloj. Esperemos que los dos siguiente resulten más relevantes como ejercicio democrático.

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Nota del editor: Horacio Vives Segl es licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano (Argentina). Síguelo en Twitter . Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.

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