El hecho de minimizar la exposición de información y revelar algo que pareciera simple (pero no lo es) como un número de teléfono, afirmando que la Ley de Protección de Datos Personales, así como otras más no tienen valía ante un principio personal, es una clara muestra del atraso en el que nos encontramos en temas relacionados a lo digital, la tecnología y lo intangible relacionado al Derecho.
El haber hecho público el número de contacto de una periodista, dejándola en exposición y en peligro relacionado a la integridad digital de la misma, no solo se queda así, la línea es muy delgada para que pueda tener afectaciones tangibles en el mundo material.
¿Por qué un número de teléfono filtrado debería preocuparnos? Recordemos algunos de los ataques para poder tener el control de una cuenta de WhatsApp, basta con el número de teléfono y un buzón de voz para operar como atacantes.
Con este primer ejemplo mencionado pensemos en la gravedad que podría derivar en diversos delitos tomando como base la suplantación/usurpación de la persona expuesta.
Si en ese lapso se gestan delitos como estafas, fraudes, y algunos otros como acoso y amenazas, el primer punto a señalar sería esa persona sin saber que fue víctima posterior a la exposición.
En el país donde no existe la ley, cualquier persona puede hacer “justicia” a su conveniencia, pues el principio de “libertad” como capricho personal puede ser citado y utilizado, así como respondió en su mañanera el señor que vive en Palacio Nacional.
Bajo esta premisa, muchas personas se dieron a la tarea de publicar los números de teléfono personales de diversos funcionarios relacionados a las cercanías presidenciales en sentido revanchista y válido para el caso.
Sin embargo, esto no solamente podría quedar en una exposición; si una persona/usuario se decidiera a vulnerar su integridad digital, fácilmente podría hacerlo, más allá de ataques de buzoneo a WhatsApp. El tener identificada a la persona con el número, permitiría otro tipo de ataques dirigidos, incluso a la línea telefónica para así pensar en saltar dobles verificaciones (si es que las tuvieran activadas).
Que no se lea lo anterior como una propuesta de ideas, sino más bien, en el conocimiento del escenario en donde podríamos enterarnos en días futuros que una de estas personas fue víctima de la ciberdelincuencia.