Es muy recurrente que cuando una persona escucha hablar del Instituto Nacional Electoral (INE) lo primero que piensa es que se aproxima una elección o que tiene que ir por su credencial para votar, y se entiende que tengan esa asociación inmediata si se parte de la premisa de que la mayor función que se le reconoce públicamente es la de organizar procesos electorales que permitan la renovación, libre, periódica y pacífica del poder público.
#ColumnaInvitada | Una contribución para la ciudadanía desde el INE
Sin embargo, muchas personas desconocen que, por mandato de Ley, el INE tiene la obligación de contribuir al desarrollo de la vida democrática y llevar a cabo la difusión de la educación cívica y la cultura democrática. Atribuciones que no son mediáticamente reconocidas, pero que revisten una importancia trascendental para el desarrollo del Estado constitucional democrático de nuestro país.
Esta consideración asume mayor importancia si se toma en cuenta que existe un desencanto por las democracias a nivel mundial y el constante aumento de desconfianza ciudadana frente a las instituciones públicas; por ejemplo, en el caso de México, la Encuesta Nacional de Cultura Cívica de 2020 (ENCUCI 2020) nos muestra los siguientes datos:
Las universidades públicas tienen el 70% de aceptación; seguidas del Ejército, Marina y Guardia Nacional que tienen entre 61 y 64%; posteriormente encontramos al INE con 60% e inmediatamente al Presidente de la República con 53%; sin embargo, hasta abajo se ubican los partidos políticos con apenas el 22%, seguidos por quienes integran el Senado y la Cámara de Diputados con 23%.
Siete de cada 10 personas siguen prefiriendo la democracia como forma de gobierno, pero tres de esas 10 mencionaron que, a veces, es preferible un régimen autoritario o de cualquier otro tipo.
Estos indicadores nos revelan un desencanto con el funcionamiento del sistema democrático, pues más allá de introducir su voto en la urna, la ciudadanía no le ve utilidad al involucramiento en los procesos de toma de decisiones, en la rendición de cuentas y, mucho menos, en el debate público.
Es ahí en donde el INE ha visualizado la necesidad de desarrollar una política pública para fomentar la cultura política y contribuir a la formación de una ciudadanía más activa, crítica e interesada en participar en la vida pública del país.
Por ello se construyó la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023 (ENCCIVICA), en donde se ubica como problema público la existencia de una debilidad de la cultura democrática basada en tres situaciones:
a) la distancia que separa a la ciudadanía de la toma de decisiones;
b) la desconfianza en el cumplimiento de las normas y;
c) el desencanto con los resultados entregados por las instituciones públicas.
En ese contexto, la finalidad de la ENCCIVICA es impulsar que las y los ciudadanos se apropien del espacio público; promover el diálogo y la deliberación desde la propia ciudadanía y organizaciones de la sociedad civil; dotando de información sobre sobre sus derechos para que los conozcan y exijan su cumplimiento.
Siguiendo esa lógica, en la ENCCIVICA se generaron tres ejes estratégicos denominados Verdad, Diálogo y Exigencia, con los que se pretende impulsar la difusión de información precisa y completa que fomente el debate de ideas en un ambiente de respeto y tolerancia; la generación de espacios de deliberación pública y discusión informada para que las personas se consoliden en su cualidad individual y se integren como un colectivo capaz de articular demandas y generar soluciones; por último, generar nuevos contextos de exigencia en la rendición de cuentas e involucrarse en la toma de decisiones públicas.
La ENCCIVICA cuenta con un sistema de monitoreo, seguimiento y evaluación de las acciones derivadas de su implementación, lo que servirá de insumos para crear nuevos proyectos o acciones que contribuyan al fortalecimiento de la participación ciudadana en la vida pública del país.
Busca ser un catalizador en la construcción de una cultura democrática que contribuya al empoderamiento de la ciudadanía mediante herramientas mínimas que potencien su voz ante las cuestiones públicas que repercuten en su vida.
La generación de una cultura democrática en donde la participación ciudadana sea algo cotidiano, no es un trabajo fácil ni algo que pueda concluirse en un corto tiempo; menos aún, si las personas no están conscientes de los beneficios y la utilidad que le generaría en sus necesidades básicas.
Por ello, les invito a que ingresen a las múltiples publicaciones que el INE tiene de manera gratuita en su portal de Internet y también a que revisen la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023.
Tu voz cuenta tanto como tu voto. ¡Participa!
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Nota del editor: Norma Irene de la Cruz ( @NormaIreneD) es consejera del INE. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente