El proceso para definir la candidatura presidencial del frente opositor ha concluido con varias sorpresas. La más importante es haber derrotado el sentimiento de impotencia que prevalecía entre las oposiciones, la sensación de que no había entre sus filas una figura capaz de aglutinarlas para plantarle cara al oficialismo. El desánimo ante semejante ausencia de liderazgos era profundo y patente. Sin embargo, en poco más de dos meses resultó que esa figura sí existía. No hizo falta inventarla sino reconocerla, darle la oportunidad y dejar que se probara. Su desempeño en la contienda estuvo lejos de ser impecable, pero al final deja pocas dudas. Aunque tenga mucho que aprender, que corregir y desarrollar, lo cierto es que Xóchitl Gálvez es la mejor candidata posible de la coalición opositora hacia 2024.
¿Es Xóchitl Gálvez la mejor candidata posible del Frente opositor para 2024?
Primero, porque no era la favorita de ninguna dirigencia partidista. La del PRD impulsó a Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles para no quedar completamente borrada, aunque a sabiendas de que no tenían mayores posibilidades. La del PAN daba señales de estar ya muy decidida por Santiago Creel, una apuesta segura para tratar de afianzar el voto panista pero poco competitiva para enfrentar al obradorismo. La del PRI siempre fue la más difícil de descifrar, incluso se llegó a especular que, dado el nivel de control que ejerce sobre su partido, el propio Alejandro Moreno acabaría postulándose con la deliberada intención de allanarle el camino al oficialismo e impedir la unidad de las oposiciones ( https://shorturl.at/mvR69 ). Xóchitl Gálvez estaba pisando fuerte para disputar la candidatura al gobierno de la Ciudad de México, no para la presidencial. Su irrupción tomó por sorpresa a los mandamases de los partidos y, lejos de ser resultado de una decisión de sus cúpulas, fue producto del vuelo que terminó cobrando su nombre en las encuestas. No la impusieron, la adoptaron. Su independencia, en el contexto de severo desprestigio que arrastran los partidos políticos, es una fortaleza con la que no contaban los demás aspirantes.
En segundo lugar está su trayectoria. Porque su origen, su historia y su estilo no son los de un político tradicional sino los de una “outsider” no tanto conforme al uso politológico del término sino más bien en un sentido de movilidad social. Mujer de raíz indígena, originaria del Valle del Mezquital, migró a la Ciudad de México para cursar la carrera de Ingeniería en la UNAM; mientras estudiaba, vivió en un cuarto de azotea y trabajó como telefonista; por su buen rendimiento, obtuvo una beca del Centro de Cálculo de la Facultad de Ingeniería. Tras graduarse trabajó como programadora y analista, fue creciendo en el ámbito de la Teleinformática y luego, a principios de la década de 1990, fundó su propia empresa. Poco después creó una fundación para ayudar a poblaciones indígenas en zonas de alta marginación, sobre todo mujeres y niños. No fue sino hasta el año 2000, cuando cumplió 37 años, que se incorporó a la función pública como encargada de la Comisión que luego se convirtió en el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. En suma, el suyo es un perfil genuinamente distinto y novedoso. Nadie puede tildarla de privilegiada; al contrario, ella representa como ningún otro aspirante opositor eso que antes se llamaba “la cultura del esfuerzo”.
Finalmente, está el hecho de que a pesar de ser una persona dedicada a la vida política durante los últimos 23 años no se le conocen escándalos de corrupción de ningún tipo, no es una funcionaria que haya tenido que abandonar alguno de sus cargos en medio de acusaciones, cuestionamientos ni sanciones. Forma parte de una clase política en la que abundan personas “vulnerables” en ese flanco, pero no hay nada que indique que sea una de ellas. Su buena reputación es tal que hasta su próxima rival trató de reclutarla en 2018.
¿Son suficientes esos atributos para llevarla a la presidencia? No. Pero, valorando el contexto y las alternativas, sí lo son para afirmar que Xóchitl Gálvez es, en efecto, la mejor candidata posible para el Frente opositor en 2024.
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