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F.U.C.K. nunca más

El ejercicio británico es importante porque nos permite identificar con claridad la relevancia de nunca más ceder ante los caprichos de quienes pretendan en pleno siglo XXI ir por regresiones.
jue 18 mayo 2023 06:02 AM
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Los británicos generaron las bases democráticas, plurales y balanceadas de las estructuras que hoy permiten, por un lado, la coronación del Rey Carlos III, pero a su vez la existencia de un parlamento, apunta Juan Francisco Torres Landa.

En días recientes tuvo lugar la coronación del nuevo monarca británico, el rey Carlos III. Es importante la referencia por entender los alcances de dicho acto y las condiciones actuales del sistema de gobierno en esos países que se sustentan básicamente en una monarquía constitucionalmente acotada. En realidad vimos en el evento protocolario la mezcla de un proceso que recuerda toda la pompa y circunstancia de la realeza europea, pero en un sistema en que hay claros límites porque las tareas de gobierno corresponden más bien a autoridades civiles frutos de coaliciones que se pactan y refrendan en un parlamento.

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La descripción de cómo se rige el funcionamiento de la corona británica no es una situación accidental, sino el resultado de una maduración histórica de haber sabido abandonar las figuras de un absolutismo personal que generaba enormes abusos, excesos, lesiones y arbitrariedades. Por ejemplo, cito una de ellas. Hace algunos siglos el poder del monarca británico propiciaba que las parejas solamente pudieran tener relaciones sexuales con la autorización previa y expresa del monarca. Las personas que recababan dicho permiso debían colocar en la puerta exterior de su morada un letrero con las siglas F.U.C.K. (fornicación bajo el consentimiento del Rey). Imaginen ustedes el nivel de autoritarismo y abuso del poder.

Esta intromisión en la vida de las personas y de los más elementales derechos humanos, fue una de tantas absurdas facultades que se concentraban en el monarca y que propiciaron un hartazgo colectivo, mismo que eventualmente provocó derrocamientos y movimientos sociales para avalar la existencia de un nuevo pacto social en que si bien es cierto no se acabó con la figura aristocrática real, sí lo fue que al pueblo se le dio la posibilidad de votar, de elegir representantes, de tener órganos colegiados y plurales para realizar las tareas de gobierno, y de no depender de lo que el desatino o criterio unipersonal pudiera generar para el destino del país.

Así los británicos generaron las bases democráticas, plurales y balanceadas de las estructuras que hoy permiten, por un lado, la coronación del Rey Carlos III, pero a su vez la existencia de un parlamento donde en la Cámara de los Comunes reside la base de los acuerdos que establecen la identidad del Primer Ministro y la posibilidad de llevar a cabo un fiel seguimiento a las bases de gobierno establecidas en la Carta Magna y el resto de los principios constitucionales del Imperio Británico.

Lo importante fue que se abandonó un sistema que se sustentaba en la voluntad unipersonal y que dio lugar a lo largo de ya varios siglos a un sistema de gobierno con pesos y contrapesos amplios. Parte relevante en dicho sistema es que existe un poder judicial con absoluta independencia del gobierno, y que tiene las capacidades, trayectoria y experiencia para vindicar los derechos humanos de las personas frente a cualquier posible abuso de quienes ejercen tareas públicas. La importancia de un poder judicial independiente es particularmente relevante (como hemos apreciado en reiteradas ocasiones en las últimas semanas en nuestro país).

El ejercicio británico es importante porque nos permite identificar con claridad la relevancia de nunca más ceder ante los caprichos de quienes pretendan en pleno siglo XXI ir por regresiones a etapas ya superadas en muchas otras naciones, México incluido. Puede ser que en México los espacios de balances y contrapesos no sean tan antiguos como los que hemos descrito para la historia británica, pero de cualquier forma es claro que en particular a partir de 1997 se dieron sucesivos eventos y reformas que lograron acotar las facultades del titular del Ejecutivo y que fortalecieron las capacidades de operación y defensa de derechos humanos fundamentales, se instauraron órganos constitucionales autónomos, se profundizaron las facultades del sistema de control judicial, y en general se dieron mayores capacidades de equilibrios ante posibles abusos. Y sin embargo, los avances se han venido debilitando y destruyendo en forma sistemática a partir de diciembre de 2018.

Es por ello inverosímil que ante la inercia de avances en defensa de los derechos humanos de todos los habitantes del país que se habían venido consolidando, ahora se intente por la vía autoritaria regresarnos a etapas ya superadas en cuanto a concentración del poder y pérdida de contrapesos. Tal parece que quienes hoy tienen mayoría simple en el Congreso Federal han olvidado por completo su tarea representativa de entidades estatales y gobernados, para dar paso a cumplir los caprichos del actual Presidente de la República. Insistimos que afortunadamente hemos visto ya en varias ocasiones recientes que nuestro máximo tribunal logra ser el dique para expulsar del sistema legal todas las normas contrarias a nuestra Constitución. Habría que destacar que dichos actos de congruencia y vigencia de nuestros principios básicos de protección constitucional se han logrado con los ocho votos necesarios, siendo que hay al menos dos personas que no reconocen la importancia de su labor como miembros del máximo tribunal, faltando a sus obligaciones esenciales y relevantes en esta coyuntura histórica. Mal por ellas que no honran la toga.

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Por todo lo anterior, debemos destacar que no hay posibilidad alguna de permitir que haya regresos a etapas ya superadas, que no se puede dar cabida a procesos que acumulen poder en una sola persona, destruyan organismos, vulneren instituciones, y en general menoscaben los derechos de los habitantes del país ante posibles abusos de actos de gobierno.

A pesar de los intentos de quienes hoy gobiernan, no podemos regresar a los tiempos del F.U.C.K. a pesar de los delirios autocráticos de quien hoy gobierna. Afortunadamente el pueblo ya despertó y no permitirá más abusos. Nunca más cheques al portador ni iluminados sin rumbo. A votar que nuestra elección es la que cuenta y permite enfocar al país hacia un mejor rumbo y con definiciones del gran país que podemos y merecemos ser, sobre todo para Que Nadie Se Quede Atrás ( www.unidospormx.com ).

La derrota de Morena inicia en Coahuila y Estado de México. Salgan todas las personas con capacidad de voto masivamente a demostrar su rechazo a la tiranía en ciernes. Y en 2024 acabaremos la faena por el bien del país y las generaciones sucesivas que no merecen ser merced de un populismo estéril y absurdo. Al final del día la oposición somos cada uno de nosotros que no coincidimos con la ruta actual del país y que sí vemos un mejor destino para todos, en particular para los más desprotegidos. Sí se puede.

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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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