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#ColumnaInvitada | La inteligencia artificial ¿amenaza o salvavidas?

La posibilidad de detener el avance de la inteligencia artificial parece remota y complicada, pues implicaría la unión de esfuerzos no solo a nivel nacional ni regional, sino de forma global.
lun 17 abril 2023 06:00 AM
La inteligencia artificial reproduce sesgos de género
La nueva tecnología de Inteligencia Artificial parece indetenible.

Elon Musk, confundador de Tesla y dueño de Twitter, en respuesta al cuestionamiento sobre el avance de la inteligencia artificial (IA) y las nuevas posibilidades que esto ofrece, declaró que cada vez habrá menos trabajos que un robot no pueda hacer, con lo que el desempleo masivo será un reto global; como solución, propuso algún tipo de renta básica universal.

Meses después, Musk y otros líderes tecnológicos expusieron públicamente una petición para pausar la carrera de la IA. Ellos estiman que no estamos conscientes de los alcances que puede tener esta herramienta en nuestra vida diaria.

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En el estudio “How Will languague modelers like ChatGTP Affect Occupations and Industries”; se analiza la posibilidad de que Ia inteligencia artificial sustituya a personas trabajadoras en actividades diarias. El documento precisa que algunas de las profesiones que podrán sustituirse con mayor facilidad serán teleoperadores; puestos relacionados con lenguas, literatura e historia; abogados; y, especialistas en mercado de valores e inversiones.

Por su parte, el Departamento de Comercio de la administración del presidente norteamericano Joe Biden, emitió el martes pasado una solicitud pública para indagar si es necesario que los nuevos modelos de IA pasen o no por un proceso de certificación previo a su lanzamiento; ello, ante la creciente preocupación de que la tecnología podría usarse para discriminar o difundir información falsa, o incluso realizar actos delictivos.

Estas predicciones nos están alarmando. ¿Qué será de nosotros? Por un lado, una persona promedio –sin tanto contacto con tecnología de punta– no tiene cómo comprender hacia dónde va este avance y con ello, viene una sensación de amenaza y miedo natural. Por el otro, las personas que tenemos funciones laborales, estamos acostumbrados a entender al trabajo como uno de los ejes esenciales de nuestra vida diaria, no solo porque constituye una fuente primaria para cubrir nuestras necesidades básicas, sino también como el elemento al que dedicamos más tiempo -al menos ocho horas por día-.

Respecto del empleo como fuente de ingresos, el otorgamiento de una renta básica universal puede ayudar a eliminar la preocupación de colmar nuestras necesidades básicas. Este tipo de mecanismos buscan proporcionar un ingreso periódico pagado por el Estado a todas las personas incondicionalmente, es decir, independientemente de su situación económica o laboral, para que puedan cubrir sus necesidades básicas (Caballero y Coll Morales, 2020), comprar sus alimentos, pagar su vivienda y cuidar su salud. Por supuesto que los gobiernos y la sociedad civil, sobre todo la clase empresarial, deberán entrar a un diálogo muy profundo respecto de a quién y cómo les corresponde cubrir esta especie de renta básica.

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Una vez satisfechas estas necesidades, queda preguntarnos por el resto de los requerimientos que tenemos como seres humanos. Maslow señala que además de nuestras necesidades fisiológicas, entre otras cosas, debemos ocuparnos de nuestra seguridad y del sentirnos valiosos tanto socialmente como individualmente. Tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo, tener amigos y ser reconocidos socialmente, así como de desarrollarnos, crecer y ocupar nuestro potencial, adquirir conocimientos y actualizarnos.

Ya en una columna anterior reflexiono sobre cómo el sistema capitalista en el que nos desenvolvemos nos impide ocuparnos de necesidades más sublimes que las básicas, más no por ello menos importantes. El trabajo nos envuelve y nos ha llevado a un estado de estrés y desequilibrio que afecta, entre otras cosas, nuestra salud mental.

A este fenómeno de desapego con nuestro entorno, generado por un sistema que trata a los empleados como meros recursos productivos en lugar de como personas con necesidades y deseos propios, se le suele denominar alienación. Su consecuencia esencial es que vivamos motivados exclusivamente por la necesidad de obtener ingresos para sobrevivir.

A esto debemos añadir que nos desenvolvemos dentro de un sistema profundamente consumista, es decir, aquel que en el que se motiva constantemente a las personas, a través de la publicidad y otros medios, para adquirir masiva y continuamente bienes y servicios (Schor y Hort, 2000). En este sistema, el consumo pasa de ser solo un momento en la cadena de la actividad económica para convertirse en una forma de relacionarse con los demás y de construir la identidad propia (Rodriguez Díaz, 2012).

Y aquí es cuando la evolución de la inteligencia artificial, lejos de verla como un tsunami que amedrenta, la podemos aprovechar como una herramienta que nos permita recuperar el equilibrio que hemos perdido en nuestro sistema capitalista consumista. Esto es, si actualmente estamos tan preocupados por obtener ingresos para sobrevivir y consumir, que nos desconectamos completamente de nuestro entorno y, en última instancia, de nosotros mismos; por qué no usar la IA para ahorrar tiempo y ello invertirlo en necesidades más sofisticadas.

La posibilidad de detener el avance de la inteligencia artifical parece cada vez más remota y complicada, pues implicaría la unión de esfuerzos no solo a nivel nacional ni regional, sino de forma global. El avance tecnológico no entiende de fronteras y, con ese escenario, parece improbable al menos que algún gobierno decida voluntariamente rezagarse en esta carrera.

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Por ende, considero que es necesario que afrontemos esta nueva realidad no con intenciones de freno, sino con debates y propuestas concretas de regulación y orden. El debate sobre las implicaciones de la evolución de la inteligencia artificial es necesario y prioritario, pero dicha discusión debe acompañarse también de una perspectiva holísitca que aborde los avances que pudiera aparejar en términos de salud y bienestar, aprendizaje y recuperación de la vida personal y social. De la conexión entre nosotros como seres humanos, pero también de la conexión con los demás seres, con la naturaleza.

Quién sabe, es posible que la inteligencia artificial sea la solución para el problema del medio ambiente y la continuidad de la historia de la humanidad en este planeta. Tal vez, solo tal vez.

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Nota del editor: Alejandra Spitalier es Coordinadora de la ponencia del ministro Arturo Zaldívar. Siguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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