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Saldos del relevo en el INE

En el nombramiento de los consejeros electorales antes era posible la virtud de los consensos; ahora fue necesario recurrir al azar. No es necesariamente malo, pero sí es muy distinto.
mar 04 abril 2023 09:23 AM
Llegada de nuevos consejeros del INE
Los nuevos consejeros electorales tomaron protesta esta tarde en el Instituto Nacional Electoral.

No fue un relevo “normal”, pero tampoco parece una “captura”. Lo que ocurrió con el nombramiento de cuatro nuevos consejeros electorales en el INE, incluida la primera consejera presidenta, ha dejado gratamente descolocados a tirios y troyanos: a rudos y técnicos, a oficialistas y opositores, a internos y externos. Visto a la luz de los consensos de antes, en este desenlace se expresa un cierto deterioro; tomando en cuenta lo disruptivo del entorno actual, no es tan mal resultado. Una y otra lectura comparten, a pesar de sus diferencias, un mismo rasgo anticlimático. En ninguna impera el triunfalismo, ambas registran claroscuros. Nadie queda completamente satisfecho, aunque algunos estén más insatisfechos que otros. Al final, el episodio deja la agridulce impresión de haberle quedado a deber a todos. Se dirá, con razón, que esa es una virtud de la negociación democrática; en esta ocasión, sin embargo, cabe admitir que fue más bien el producto de un afortunado azar.

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La composición del Comité Técnico anticipaba, de entrada, poca imparcialidad. A diferencia del Comité de 2020, donde solo hubo un nombramiento pro-Morena (Ackerman), en 2023 solo hubo dos integrantes sin esa característica (Azuela y López Ayllón). El contexto político, además, fue muy distinto. Las fulminaciones permanentes del presidente López Obrador contra la falta de “austeridad”, la “burocracia dorada” y el supuesto “protagonismo opositor” de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, aunadas a la ominosa aprobación del “Plan B”, tiñeron el proceso de oportunismo. Es imposible saber a ciencia cierta cuántos de los aspirantes que emularon la retórica obradorista lo hicieron por convicción; no obstante, dado que un alto porcentaje de ellos provenía del mundo electoral (donde se sabe cuán problemáticos son esos reproches), es evidente que muchos lo hicieron más por conveniencia, es decir, suponiendo que eso era lo que querrían escuchar la mayoría de sus evaluadores. Es probable, asimismo, que la parcialidad del Comité Técnico y lo adverso del contexto político hayan disuadido a otros posibles aspirantes de participar. Las condiciones daban la impresión de estar inclinadas, en principio, a favor de Morena.

¿Qué pasó entonces? Arriesgo tres hipótesis, no excluyentes sino complementarias. La primera es que quizá las divisiones al interior de ese partido le impidieron coordinarse eficazmente. Lejos de actuar como un bloque unificado, terminaron forcejeando entre sí. La segunda es que la metodología de trabajo del Comité Técnico impuso una relativa racionalidad que tal vez no privilegió la selección de los mejores perfiles, pero logró evitar que se colaran los menos idóneos. No sé si eso haya sido obra de sus integrantes más imparciales, de uno que otro supuesto morenista que al final no lo fue tanto, o de una combinación de ambos factores. La tercera hipótesis es que la amenaza creíble de que las oposiciones podrían objetar el proceso (se abstuvieron a la hora de votar por el Comité) y de que los nombramientos no alcanzarían entonces las dos terceras partes de los votos, terminó abriendo un margen de negociación para diseñar las quintetas. Ante la aparente imposibilidad de forjar consensos, los mandamases de la Cámara de Diputados (ya fuera por iniciativa propia o por instrucción de sus dirigencias) optaron por someter la decisión final a una tómbola. La suerte, o mejor dicho la probabilidad, terminó de consumar la faena.

El proceso estuvo lejos de la ejemplaridad deseable, pero ¿tiene sentido insistir en valorarlo conforme a ideales o aspiraciones que en las circunstancias prevalecientes resultan tan poco realistas? No se puede decir que haya sido un éxito, pero sí que no fue un fracaso. Habrá quien afirme que así sucumben las democracias, resignándose poco a poco; habrá otros que sostengan que así resisten, evitando lo peor un día a la vez. Tengo para mí que subsiste la incertidumbre y que esta solo se irá despejando sobre la marcha, en los hechos que vayan definiendo el desempeño de los nuevos consejeros. Como reza el dicho estadounidense: the proof is in the pudding.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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