Pese a los esfuerzos del Consejo de la Judicatura Federal y los tribunales locales de cada entidad federativa para implementar mecanismos tecnológicos, logísticos y humanos para eficientar la productividad de sus labores para disminuir el rezago judicial, nos encontramos con que éstos no han sido del todo efectivos como en otros países, pues más que existir problemas inherentes a cada tribunal, los propios justiciables y litigantes provocan que los juicios se prolonguen, en muchas ocasiones, de manera innecesaria.
Por un lado, en México existe una cultura de litigio que ocasiona que los justiciables no acudan en primera instancia a los Medios Alternativos de Solución de Controversias (MASC), lo cual podría combatirse implementando la obligatoriedad de acudir a los MASC previo a iniciar un litigio judicial y generar una nueva cultura en la sociedad mexicana que permita resolver controversias de manera más amigable.
Por otro lado, existe la problemática en torno a las “dilaciones judiciales” por parte de los justiciables y litigantes que también ha sido pieza clave en el rezago judicial en nuestro sistema de justicia y que ha sido reconocido por los jueces y magistrados desde hace varios años atrás.
Por ejemplo, en la obra El amparo de la justicia local del Magistrado José Guadalupe Tafoya Hernández, nos expone la problemática a la que se enfrentan los tribunales federales para acabar con el rezago judicial y menciona lo siguiente: “Los tribunales de la Federación no enfrenten un rezago importante en los procesos federales de carácter penal o de carácter civil; su problema radica en los juicios de amparo”.
Es decir, a partir de lo expuesto por el Magistrado Guadalupe Tafoya nos percatamos que muchos juicios tardan años en resolverse debido a los diversos medios de impugnación y los juicios de amparo promovidos por los justiciables, lo cuales, desafortunadamente, en muchas ocasiones se dirigen a entorpecer el procedimiento, evitar ejecuciones de resoluciones condenatorias o simplemente a “ganar tiempo”.