Las comunidades de Polhó y Los Chorros - involucradas en las disputas de Majomut - han sido escenario de conflictos agrarios desde hace mucho tiempo, pero ninguno ha sido tan grave para terminar en un “enfrentamiento” como el de Acteal.
Sobrevivientes de la masacre, “echaron abajo” la verdad histórica del “Libro Blanco”. No hubo enfrentamientos, ni provocaciones. Las evidencias indican intervención militar y policiaca y el hostigamiento de simpatizantes del oficialismo de entonces, que por lo menos dos años atrás, literalmente acorralaron a los indígenas desplazados, que entre hambre y frío, ocupaban Acteal en diciembre de 1997.
Algunos desplazados de Acteal advirtieron que desde las 11:00 horas del día 22 de diciembre ya empezaban a “tirar desde el monte”. Otros testigos narran que sabían de la emboscada, pero los agresores, aunque simpatizantes del entonces partido oficial, también eran indígenas, así que sólo era un rumor sin fundamento.
Desgraciadamente, sí hubo emboscada. Ocurrió lo impensable, pero previsible. Los desplazados de Acteal estaban de rodillas todos juntos, orando, cuando fueron rodeados por un grupo de hombres armados, que abrieron fuego contra indígenas tzotziles desarmados.
Las provocaciones de los paramilitares, las disputas agrarias y la fundación de municipios autónomos, sin duda, fueron los motivos perfectos para justificar la militarización de Chiapas en los años 90’s del siglo XX, que desembocaron en los hechos de Acteal.
Luego de 25 años de la tragedia, la militarización en Chiapas se ha encontrado con la oposición de las comunidades indígenas cuyos comités han rechazado las peticiones para instalar bases de la Guardia Nacional (GN) y del Ejército Mexicano.
La razón es evidente: los pueblos originarios de México gozan del derecho de autodeterminación. Eso significa, en el de Chiapas, que el Estado debe abstenerse de realizar actividades militares en tierras indígenas, salvo que se trate de un caso de interés público; si éste no existe, el oficialismo debe gestionar la autorización de los pueblos indígenas para ese fin.
Todos los pueblos de Chiapas saben que la presencia del Ejército es una fuente de conflicto y de agresión en su contra, precisamente por los antecedentes que le dan título a este artículo. Los chiapanecos ven a militares en sus tierras, sin que exista una causa que justifique su presencia. Así que protestan por la vulneración de su derecho de autodeterminación cuando las bases de la GN invaden tierras sin contar con la autorización correspondiente. Como en épocas del siglo XX, las protestas indígenas contra la presencia de la Sedena en Chiapas, son acalladas y, los inconformes, encarcelados.