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#ColumnaInvitada | Libertad de expresión

Ser comunicador en México se ha convertido en una aventura donde la vida está perpetuamente en riesgo.
mar 18 octubre 2022 06:00 AM
Periodistas asesinados
Los estados de Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Tamaulipas y Sonora concentran el 56% de los asesinatos de comunicadores ocurridos entre 2000 y 2022.

El texto clásico sobre la libertad de expresión fue escrito por un poeta. John Milton, mejor conocido como autor de uno de los mayores poemas épicos, El Paraíso Perdido, también redactó la Areopagítica, un tratado político dirigido al parlamento inglés contra la censura.

En él, Milton argumenta en favor de la libre expresión con la agudeza y finura que corresponden a su grandeza literaria. Las ideas liberales de John Locke o de John Stuart Mill le deben mucho al tratado de Milton y la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos ha citado la Areopagítica como una fuente de autoridad en las ocasiones en que se ha referido a la Primera Enmienda a la Constitución estadounidense que proclama la libertad de expresión.

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#ColumnaInvitada | Ser comunicador en México

En México, nuestra Constitución siguió la tradición política estadounidense que otorga un lugar prominente a la libertad de prensa y de expresión. No es casual que sea el primer artículo de nuestra Constitución el que verse sobre la libertad de expresión, entendida no solo como la manifestación de ideas, sino como garantía para la convivencia civilizada.

El Derecho Constitucional tiene un respaldo eminente por parte de la tradición de la filosofía política, cuyos mayores exponentes entendieron que sin la libre manifestación de opiniones e ideas no puede existir la civilización.

La Constitución mexicana reconoce como derecho humano la libre expresión de las ideas y establece que éstas no pueden ser objeto de inquisición judicial o administrativa y prevé la inviolabilidad de la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia, por lo que ninguna ley o autoridad puede legítimamente establecer la previa censura, ni coartar la libertad de prensa.

No obstante estas prescripciones, el derecho a la libertad de expresión ha sido quebrantado sistemáticamente en los últimos años.

Los ataques verbales hacia periodistas expresados públicamente por las autoridades, especialmente por el presidente de la República, atentan en los hechos contra la libertad de expresión. El escritor Gabriel Zaid ha hecho una lista muy larga de los improperios lanzados desde el púlpito presidencial hacia sus opositores, muchos de ellos dedicados a la palabra escrita.

A esto hay que agregar la tentativa por parte de las autoridades federales por investigar a comunicadores cuando estos han disentido de acciones gubernamentales. La persecución política contra disidentes pertenece a regímenes autoritarios y no a democracias liberales como la nuestra.

Diversas agrupaciones de periodistas nacionales e internacionales han advertido la gravedad del hecho de que el presidente se pronuncie en contra de periodistas en sus conferencias, lo cual tiende a derivar en actos violentos contra los comunicadores. En lo que va de este sexenio han muerto más periodistas comparado con periodos similares en otros gobiernos.

Recientemente algunos periodistas y analistas críticos del actual régimen han interpuesto ya amparos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), demandando se respeten sus derechos a la libertad de expresión y al ejercicio de su profesión.

México se ha convertido en el país más peligroso para ejercer el periodismo, incluso cuando se le compara con países en guerra. Ser comunicador en México se ha convertido en una aventura donde la vida está perpetuamente en riesgo. Pero los profesionales de la comunicación no quieren vivir en una película donde ellos mueren. Lo que piden, en contraposición, es protección efectiva ante los ataques de grupos delictivos y los provenientes de otros actores.

La libertad de expresión se caracteriza por ser universal, inalienable, indivisible e interdependiente de los demás derechos humanos. No es un accidente que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) haya determinado que en el ejercicio del poder público se deba salvaguardar su libre y pleno ejercicio. La Corte también señala que los funcionarios públicos no deben realizar declaraciones que expongan a periodistas y trabajadores de medios de comunicación a riesgos de actos de violencia.

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En congruencia con lo dispuesto por la CIDH, la SCJN ha afirmado que es imperativo que los periodistas tengan aseguradas las condiciones para albergar las más diversas informaciones y opiniones sobre la función pública.

Debido a que la SCJN adopta el estándar de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión es necesario que las autoridades desplieguen una mayor protección al ejercicio de este derecho en casos donde se trate de un tema de interés público. Un ejemplo serían las investigaciones que se hicieron sobre los bienes inmuebles propiedad del hijo del ejecutivo federal.

En los asuntos de discurso político, cuando las autoridades federales y locales han utilizado la censura y requieren que los medios remuevan cierta información bajo el argumento de que contiene críticas al gobierno, la Corte ha señalado que este derecho está protegido de forma preponderante por la Constitución y que los órganos del Estado no pueden restringir directa ni indirectamente la difusión de ideas, opiniones o información.

La Corte ha brindado protección primordial a la libertad de prensa e intenta promover las condiciones ideales para que los medios de comunicación se conviertan en emisores de ideas que generen deliberación pública. Se entiende que el alcance de la obligación del Estado va más allá de evitar interferir con la deliberación pública sin límites. También debe propiciar y cuidar que existan condiciones idóneas para que se lleve a cabo.

Cuando las autoridades defienden el derecho a disentir, a expresarse y emitir información, se reafirma el compromiso del Estado y de los poderes de respetar la individualidad, el libre pensamiento y el ejercicio de la profesión periodística.

La libertad de expresión es el fundamento de la vida democrática, liberal y republicana. Sin ella viviríamos en el Estado de Naturaleza preconizado por Thomas Hobbes. La vida no sólo sería más riesgosa, sino mucho menos interesante. Defenderla es defender lo que nos permite a todos tener una vida que valga la pena. Así lo entendió John Milton.

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El autor es abogado y presidente del Consejo Nacional de Litigio Estratégico, A.C.

Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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