- Mamá: ¿Por qué no puedo usar pantalón si hace muchísimo frío? Además, los niños nos molestan diciendo que se nos ven los calzones.
- Así es el uniforme. Si llevas pantalón no te van a dejar entrar.
Insatisfecha con la respuesta de mi madre, hice la misma pregunta a una de mis profesoras. Su respuesta fue aún más contundente:
-Porque las niñas usan falda.
Se desconoce con exactitud su origen, pero se cree que el uniforme escolar surgió a propuesta de congregaciones católicas asentadas en países europeos (ONG Educo). Desde su gestación, el atavío consistió en falda o jumper para las niñas y pantalón y camisa para los niños; es decir, replicó el tipo de ropa asignada típicamente en función del sexo de los colegiales.
Dicha vestimenta se mantuvo durante siglos, hasta que en años recientes centros educativos de diversos países europeos optaron por implementar un sistema de uniformes neutros conforme al cual niñas, niños y niñes pueden libremente utilizar pantalón o falda.
En México, el traje colegial no es obligatorio (PROFECO, 2014), sin embargo se trata de una práctica recomendada por la propia Secretaría de Educación Pública para nuestra educación básica puesto que favorece la igualdad entre estudiantes con independencia de su estatus económico o social; les da un sentido de pertenencia; y, a largo plazo, implica un ahorro para la familia. Por ello, el mismo se ha implementado a nivel nacional por las instituciones públicas y comúnmente se ha utilizado en las escuelas privadas.
Al igual que en Europa, el uniforme escolar mexicano replicó los códigos de vestimenta basados en estereotipos, y fue hasta 2019 que la Secretaría de Educación Pública, en coordinación con las autoridades de la Ciudad de México, emitió los lineamientos para el uso de uniforme neutro en las escuelas públicas de la capital del país. Conforme a este documento, las autoridades buscan el uso libre de falda o pantalón en las escuelas de educación básica con miras a fomentar un trato equitativo y sin discriminación, y para dar un paso firme hacia la igualdad sustantiva de género.
A esta tendencia se adhirió el estado de Sonora, que en septiembre pasado reformó su ley local para que las alumnas puedan elegir libremente entre falda o pantalón. Por su parte, en Quintana Roo y Oaxaca se presentaron iniciativas legales que buscan permitir el uniforme escolar neutro. Mientras que Veracruz y Tlaxcala también se han sumado a esta discusión.
En todos estos países y estados dentro de la República mexicana, el uniforme escolar neutro se ha entendido y aplicado de manera diferente. Mientras para algunos el uniforme optativo es solamente para las niñas, en otros es decisión de los padres o tutores y en otros incluye además a los menores de diversidad sexual. La discusión sigue abierta, pero la apuesta -desde la perspectiva de derechos humanos- debiera ser incluyente; esto es, no solo para beneficio de las niñas y mujeres binarias sino también para niñas, niños, niñes y adolescentes con cualquier sexo, identidad o preferencia sexual.
Es cierto que para un sector de nuestra población es innecesario hacer modificación a los uniformes, incluso les resulta plausible conservar las costumbres que permiten a los niños y a las niñas identificarse y desarrollarse en una sociedad que les asigna roles y características según su sexo, pues ello es acorde a su estilo de familia, valores y organización social tradicionales. Para este sector de la población la decisión no es una cuestión de derechos, sino de mantener el statu quo.