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#ColumnaInvitada | Violencia vicaria. La doble condena por ser mujer y madre

Que la violencia vicaria sea tema del que se esté hablando en México y su eventual reconocimiento normativo, es mérito de miles de madres que buscaron, se encontraron y se unieron para alzar la voz.
lun 05 septiembre 2022 06:00 AM
violencia familiar mujeres
Si bien recientemente en México se han realizado esfuerzos a nivel local para reconocer y, en algunos casos, tipificar la violencia vicaria, este fenómeno no ha sido abordado en su complejidad en nuestro ordenamiento jurídico, señala Alejandra Spitalier.

Son las 7 de la tarde y el padre -el hombre de la casa- no tardará en llegar. Seguramente estará cansado, preocupado o enojado. Mejor que encuentre todo bajo control y que no tenga un motivo más de malestar.

“Con suerte, hoy podremos lograrlo”

Las manecillas recorren el reloj con un egoísmo angustiante, solo les interesa marcar su propio ritmo. No les importa si la noche anterior estuvo llena de risas y amor, si fueron horas de tregua, si fue una noche llena de promesas por incumplir, o si fue una de aquellas que se hará presente toda la vida. Esas manecillas que tantas noches han tenido que presenciar lo que pudiera ser la última noche.

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“Prometo que no vuelve a pasar”

Lo mejor sería la distancia y criar a las y los hijos en soledad. Sin embargo, el mero planteamiento actualiza el peor infierno imaginable.

Si me dejas, olvídate de los niños”

Las marcas físicas y emocionales del sufrimiento cotidiano son profundas, pero no tienen comparación con el dolor de una separación involuntaria de las y los niños, o peor aún, de saberlos en un peligro todavía más apremiante.

“No me importa. Que a mí me haga y diga lo que quiera, pero con mis hijos e hijas que no se meta. Por ellos aguanto lo que sea…”

Cuando abordamos el problema de la violencia hacia las mujeres en nuestro país, solemos hacer referencia al lamentable fenómeno de acoso sexual, desapariciones en las calles y feminicidios. Sin embargo, hay una problemática que es igualmente importante nombrar y afrontar: la violencia vicaria.

La feminista Sonia Vaccaro denomina a este fenómeno como “[…] toda aquella violencia que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer. Es una violencia secundaria a la víctima principal, que es la mujer. Es a la mujer a la que se quiere dañar y el daño se hace a través de terceros, por interpósita persona.

Las madres mexicanas que sufren violencia vicaria tienen una doble vulnerabilidad: ser mujeres y ser madres.

Quien tiene el poder económico, político y social de su lado, se encuentra con mayor facilidad de manipular estratégicamente: a la mujer, a los hijos, a las familias, a las escuelas, a los abogados, a los jueces. En suma, los violentadores son pilar, producto y beneficiarios del sistema y del pacto patriarcal. Esta complicidad entre los padres vicarios y el sistema bien puede venir de la corrupción, bien desde los estereotipos, bien de la violencia sistémica en contra de las mujeres.

“Si hablas en el juicio en favor de tu madre, no me van a dejar verte y si no te veo, cómo te voy a seguir ayudando y sacando adelante.”

La desigualdad estructural que sufren las mujeres en estos contextos las somete a condiciones de desventaja que son injustas para ellas, pero también para quienes son utilizados desde la manipulación. Las víctimas secundarias, las y los hijos, lo sufren en silencio. Los violentadores son sus padres y su chantaje cobra resultados en todos los niveles de conciencia, en la mayoría de los casos, durante toda la vida.

La codependencia emocional hacia el agresor, los fantasmas de los vínculos pasados y la inseguridad propia de toda víctima hacen una amalgama perfecta para cerrar el círculo vicioso.

“Tal vez sí deban estar con él”;

“En efecto, no tengo cómo mantenerles”;

“Entre los dos les estamos arruinando la vida… alguien tiene que ceder”

La violencia vicaria afecta los derechos, la dignidad y la integridad de mujeres, niños, niñas y adolescentes y, por tanto, requiere de la intervención urgente del Estado.

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Si bien recientemente en México se han realizado esfuerzos a nivel local para reconocer y, en algunos casos, tipificar la violencia vicaria, este fenómeno no ha sido abordado en su complejidad en nuestro ordenamiento jurídico. A pesar de que existen más de 10 iniciativas en el Congreso de la Unión para reformar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el Código Penal Federal y/o Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a la fecha no tenemos una estrategia clara para enfrentar específicamente este tipo de agresión.

Que la violencia vicaria sea un tema del que se esté hablando públicamente en nuestro país y su eventual reconocimiento normativo, es mérito de las miles de madres mexicanas que buscaron, se encontraron y se unieron para alzar la voz. Su lucha es muy meritoria y lo es más en una sociedad que juzga con severidad a las madres que no se ajustan a los estándares patriarcales, que las cataloga de histéricas y locas cuando rompen el silencio, y, que arropa y justifica a los hombres que ejercen toda clase de violencias en el ámbito familiar. Ellas tenían mucho que perder y todas las probabilidades en su contra.

¿Cómo podemos parar este ciclo de violencia?

Empecemos por escuchar sus debidos reclamos de justicia. Rompamos el pacto. Por ellas, por las niñas, niños y niñes. Si tocan a una, respondemos todas y TODOS.

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Nota del editor:

La autora es secretaria general de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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