Este consumo desenfrenado nos ha conducido hacia un nuevo punto de inflexión. Estamos frente a uno de los retos más complejos como humanidad, pero nos da pereza enfrentarlo: la crisis ambiental.
¿Por qué no enfrentamos esta crisis? Porque nos sentimos propietarios del mundo y creemos que falta mucho tiempo para sufrir su ausencia. Porque vivimos bajo la incesante necesidad de producir más para ganar más, y de ganar más para consumir más. Este es el verdadero origen de nuestra crisis ambiental y es el espejo de nuestra crisis interna; esa que busca llenar con bienes externos los vacíos internos.
Y así como nos extraña la manera en la que sobrevivían en el pasado, hoy debería impactarnos la manera en que vivimos el presente. De verdad me parece increíble que en cada minuto que pasa se compran más de un millón de botellas de plástico de primer uso que se traducen en contaminación de mares, los cuales terminan siendo alimento de especies que son parte de nuestra dieta diaria (ONU, Cambio climático y Medioambiente 2018).
También debería resultar increíble que en este minuto se están perdiendo 23 hectáreas de tierra por sequía y desertificación, lo que se traduce en la pérdida de 20 millones de toneladas de grano (ONU, 202). Esto es gravísimo pues 1 de cada 9 personas no tiene qué comer (FAO, 2015; Iberdrola, 2021; National Geografic, 2020).
El cambio climático es la mayor amenaza para la humanidad. Sus impactos ya están perjudicando la salud a través de la contaminación del aire, las enfermedades, los fenómenos meteorológicos extremos, los desplazamientos forzados, la inseguridad alimentaria y las presiones sobre la salud mental. Y todo esto, además, afecta en mayor medida a los grupos ya de por sí vulnerables. A manera de ejemplo, según datos recientes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres.
Nos estamos matando.
Nos debería angustiar imaginar cómo vamos a sobrevivir en el futuro, pues si seguimos en esta dirección, en solo ocho años estaremos dictando nuestra sentencia de muerte; y, en escasos 18 años llegaremos a la cúspide de la crisis ambiental (ONU, 2020). Para dentro de 20 años, cerca de 5,000 millones de personas viviremos en ciudades con agua insuficiente (OMM, 2021). Para el 2040 tendremos un planeta 2 grados centígrados más caliente y con ello, en automático se incrementarán los incendios forestales y los fenómenos naturales catastróficos relacionados con lluvias y agua. (ONU, 2021).
Estamos en un momento crucial en el que empresas, organizaciones, instituciones públicas, y en general, todas las personas debemos reflexionar y actuar en favor del medio ambiente.
Desde el Poder Judicial de la Federación se ha asumido el compromiso institucional de impulsar acciones encaminadas al uso eficiente del agua (hoy se consume 21% menos agua que hace 4 años), al ahorro y uso racional de la energía, y el consumo responsable de los materiales (15% menos papel), así como a promover un correcto manejo de residuos y el reciclaje de estos (ahora tenemos un manejo ecológico de 228.7 toneladas de residuos por año).