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#ColumnaInvitada | Cumbre de las Américas: un espacio para construir

¿De qué sirven estas cumbres, si es que sirven para algo?
jue 02 junio 2022 05:00 AM
(El presidente Andrés Manuel López Obrador, durante su visita a Cuba)
El presidente Andrés Manuel López Obrador manifestó su esperanza porque a la IX Cumbre de las Américas se inviten a todas las naciones de la región.

Las relaciones internacionales son complejas porque son multidimensionales y, además, responden a intereses diversos, tanto políticos, culturales, como económicos.

La Organización de Estados Americanos (OEA) construida, entre otras cosas para unir a los países del continente frente al histórico intervencionismo europeo, representa un sistema heterogéneo en cuanto a extensión territorial, representatividad poblacional, política y militar entre los países que la conforman.

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La Cumbre de las Américas es un instrumento político de la región, que en el contexto de la OEA tiene como fin: unir, solucionar problemas, desarrollar comercio, cooperar, velar por la seguridad y fijar posiciones políticas en bloque de los diferentes países que la conforman.

La OEA se fundamenta en pilares básicos como lo son: democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo.

Recordemos que también la OEA cuenta con una “Carta democrática” que como una especie de “adendum” a la Carta fundacional, busca que la región mantenga esta forma de gobierno, como la más apegada a la libertad y a la seguridad de sus poblaciones.

¿Qué pasa cuando la carta democrática se rompe? El mismo instrumento nos señala que los países del Tratado quedan en suspenso en sus derechos como miembros. La cuestión aquí es: ¿quién determina y cómo el incumplimiento de la Carta democrática de la OEA? Y la pregunta es válida cuando históricamente ha habido una hegemonía evidente por parte de Estados Unidos de América.

Aún y cuando el posicionamiento de los gobiernos de los diferentes países pudiera resultar democrático, la influencia de una potencia para convencer a los otros estados parte de pronunciarse en el sentido que ésta quiere, al menos resulta cuestionable.

La historia nos ha mostrado una y otra vez que Estados Unidos tiene una política unilateralista de las relaciones internacionales, es decir, que en pocas palabras va por la libre en la toma de decisiones de política internacional. Y también lo aplica para el caso de la OEA y por supuesto para la “Cumbre de las Américas”. Entonces se preguntará, amable lector ¿de qué sirven estas cumbres, si es que sirven para algo?

La respuesta, aunque no sencilla, tiene que ser contextualizada en el marco de la historia incremental, esto es, ningún proceso histórico se construye de la noche a la mañana, ninguna negociación se cierra de un día para otro, la Organización de las Naciones Unidas tardó varios años para su creación definitiva.

La OEA y la Cumbre de las Américas sí abonan a aumentar el diálogo, sí funcionan para crear puentes, sí aportan a la cooperación entre países.

Ahora pasemos al lado más álgido de la preparación de la Cumbre para el año 2022 que será en Los Ángeles, California, Estados Unidos: ¿Invitar a los gobiernos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, liderados por políticos que no han respetado las reglas de la democracia?

Estados Unidos, hasta el cierre de esta publicación ha dicho que no, que a los gobiernos de estos países elegidos no democráticamente no los invitaría, pero que hacía, y esto resulta muy importante, una distinción entre los pueblos de dichos países, y sus gobiernos, ostentándose en una especie de guardián democrático, como lo ha hecho en los últimos casi 80 años.

El presidente de México, en un acto de política exterior que no se le había visto, condicionó su participación a que los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua fueran invitados como un acto de exigencia a la inclusión. ¿Es un reto al gobierno estadounidense y a su hegemonía?

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A primera vista podría parecerlo, sin embargo, también lo solicitado por el presidente de México no contraviene el espíritu de la diplomacia, del multilateralismo y sobre todo de la integración de la región tan importante en un momento de cambio de estafeta hegemónica de China.

Nadie puede negar que estos países tienen una muy cuestionada democracia, por no decir que son dictaduras, que tienen muchos rasgos como tales, sin embargo, Estados Unidos en su política exterior siempre ha sido pragmático, y así como ha apoyado dictadores también los ha derrocado de acuerdo con sus intereses. Los líderes de esos países ya han dicho que no asistirán y que no les interesa asistir a la Cumbre como una respuesta al rechazo estadounidense a invitarlos.

No será la primera vez que haya tensiones en la región, sin embargo, la nueva configuración geopolítica y geoeconómica también debería prestarse a que el continente se una más, construya puentes y mejore el diálogo. La “Cumbre” puede servir justo para ello, finalmente todo se reduce a intereses y voluntades políticas, ojalá las haya en un sentido propositivo.

Nota del editor: Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez es abogado y profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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