La Cumbre de las Américas es un instrumento político de la región, que en el contexto de la OEA tiene como fin: unir, solucionar problemas, desarrollar comercio, cooperar, velar por la seguridad y fijar posiciones políticas en bloque de los diferentes países que la conforman.
La OEA se fundamenta en pilares básicos como lo son: democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo.
Recordemos que también la OEA cuenta con una “Carta democrática” que como una especie de “adendum” a la Carta fundacional, busca que la región mantenga esta forma de gobierno, como la más apegada a la libertad y a la seguridad de sus poblaciones.
¿Qué pasa cuando la carta democrática se rompe? El mismo instrumento nos señala que los países del Tratado quedan en suspenso en sus derechos como miembros. La cuestión aquí es: ¿quién determina y cómo el incumplimiento de la Carta democrática de la OEA? Y la pregunta es válida cuando históricamente ha habido una hegemonía evidente por parte de Estados Unidos de América.
Aún y cuando el posicionamiento de los gobiernos de los diferentes países pudiera resultar democrático, la influencia de una potencia para convencer a los otros estados parte de pronunciarse en el sentido que ésta quiere, al menos resulta cuestionable.
La historia nos ha mostrado una y otra vez que Estados Unidos tiene una política unilateralista de las relaciones internacionales, es decir, que en pocas palabras va por la libre en la toma de decisiones de política internacional. Y también lo aplica para el caso de la OEA y por supuesto para la “Cumbre de las Américas”. Entonces se preguntará, amable lector ¿de qué sirven estas cumbres, si es que sirven para algo?
La respuesta, aunque no sencilla, tiene que ser contextualizada en el marco de la historia incremental, esto es, ningún proceso histórico se construye de la noche a la mañana, ninguna negociación se cierra de un día para otro, la Organización de las Naciones Unidas tardó varios años para su creación definitiva.
La OEA y la Cumbre de las Américas sí abonan a aumentar el diálogo, sí funcionan para crear puentes, sí aportan a la cooperación entre países.
Ahora pasemos al lado más álgido de la preparación de la Cumbre para el año 2022 que será en Los Ángeles, California, Estados Unidos: ¿Invitar a los gobiernos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, liderados por políticos que no han respetado las reglas de la democracia?
Estados Unidos, hasta el cierre de esta publicación ha dicho que no, que a los gobiernos de estos países elegidos no democráticamente no los invitaría, pero que hacía, y esto resulta muy importante, una distinción entre los pueblos de dichos países, y sus gobiernos, ostentándose en una especie de guardián democrático, como lo ha hecho en los últimos casi 80 años.
El presidente de México, en un acto de política exterior que no se le había visto, condicionó su participación a que los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua fueran invitados como un acto de exigencia a la inclusión. ¿Es un reto al gobierno estadounidense y a su hegemonía?