Si bien en el presupuesto de la federación, el Anexo 13 representa un avance que, aunque insuficiente, plasma una perspectiva de género en los egresos, México está lejos de una política recaudatoria con perspectiva de género que ayude a reducir la brecha salarial, reduzca el pago de impuestos para mujeres jefas de familia con escasos ingresos, y empodere o al menos iguale, las condiciones entre hombres y mujeres.
Un sistema tributario que no corrija las cargas desiguales terminará impactando desproporcionadamente a las mujeres, las más afectadas por la pobreza y que, en definitiva, no cuentan con las mismas oportunidades económicas que los hombres.
La política tributaria no puede ser ciega frente al trabajo de cuidados y su impacto en la incorporación al mercado laboral de las mujeres. Si bien la economía ha invisibilizado el trabajo no remunerado al no haberle atribuido históricamente valor monetario, ni la economía ni la sociedad pueden existir sin él.
En cuanto al empleo remunerado, basta decir que usualmente son las mujeres quienes perciben un salario menor que los hombres y reciben menos beneficios por el mismo trabajo realizado, aun contando con el mismo nivel de escolaridad; adicionalmente se enfrentan a la imposibilidad de acceder a puestos de mayor nivel jerárquico.
Por su parte, el trabajo de cuidados que históricamente ha sido realizado por nosotras las mujeres, debido a la división sexual del trabajo, tiene una consecuencia directa en el desarrollo profesional, académico y laboral. En promedio, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso de Tiempo (ENUT 2019), las mujeres dedicamos 30.8 horas a la semana para desarrollar esta importante labor, sin que estas sean retribuidas o visibilizadas.
Tan significativa es su contribución a la economía nacional, que tan sólo durante 2020 la participación del Trabajo no Remunerado de los Hogares fue de 6.4 billones de pesos respecto del PIB nacional.
Con respecto al consumo, se observa una marcada diferencia en el gasto que realizamos las mujeres, pues la evidencia revela que en su mayoría gastamos una mayor proporción de los ingresos en bienes como alimentos, educación y atención médica para niños.
Si los gobiernos no son capaces de recaudar suficientes ingresos, tienen menos recursos para asignar y, en consecuencia, tienen pocos servicios públicos o estos son deficientes, incrementando así la carga del trabajo de cuidado y de provisión social no remunerado de las mujeres.