México y Estados Unidos (EU) comparten más de 3,000 kilómetros de frontera. A pesar del gran potencial de esta región, no todo son buenas noticias: EU continúa vendiendo armas (que en su territorio son legales aunque la regulación sea desastrosa) que ilegalmente llegan a nuestro país y México sigue produciendo y traficando droga hacia el norte.
#ColumnaInvitada | Drogas, armas y la olvidada responsabilidad compartida
El gobierno de la República inició una demanda en los EU contra distintas empresas que producen y venden armas, por los homicidios que se han registrado en nuestro territorio. Este creativo recurso ha llamado la atención de gobiernos locales y organizaciones que comparten la preocupación por las consecuencias que tiene la política de armas estadounidense.
Del otro lado de la moneda se encuentra la responsabilidad del estado mexicano que - a pesar de los buenos esfuerzos de los últimos meses - continúa teniendo aduanas permeables y cruces fuera del alcance de la autoridad, y la impunidad que ha dejado en el olvido a cientos de miles de víctimas desde el 2008 cuando se declaró la denominada “guerra contra el narco”.
Del otro lado de la frontera el problema se manifiesta de distintas formas que van desde tiroteos en escuelas y espacios públicos, hasta un gravísimo incremento en los casos de muerte por sobredosis de drogas. Desde el punto de vista legal, el sistema de justicia norteamericano ya obligó a algunas farmacéuticas a pagar indemnizaciones por la venta de medicinas opiáceas que generaron adicción, y algunos estados ya legalizaron la marihuana y algunas otras drogas.
Sin embargo, la realidad es mucho más agresiva que las reformas y sanciones que han impulsado, y las redes de distribución de drogas en el territorio estadounidense no parecen tener sanción.
Estas malas decisiones dejaron al menos 140,000 víctimas durante el año 2021: en México se registraron más de 3,000 homicidios y se calculan 19 desapariciones diarias de acuerdo con cifras oficiales, mientras que en EU se estiman 100,000 muertes anuales por sobredosis.
Para EU todo se reduce a problemas de corrupción en nuestro país. Es obvio que tenemos serios problemas de corrupción, pero ¿qué sucede cuando la droga llega la frontera? ¿Cómo cruza? ¿Cómo se transporta desde la frontera hasta las ciudades estadounidenses? ¿Quiénes la venden? Y para el gobierno de México, el problema se centra en el tráfico de armas que ingresan a nuestro país, dejando de lado numerosos elementos que también son parte importante de la crisis de inseguridad que atravesamos.
Mientras los gobiernos intercambian acusaciones y minimizan los programas de cooperación, los criminales siguen conquistando terreno. La relación entre México y EU tiene que retomar el rumbo de la confianza y la cooperación. EU necesita de la información que genera México, del combate inteligente y estratégico contra los grupos criminales, y de la erradicación de cualquier forma de corrupción.
Las extradiciones no deben ser tabú, pero sí realizarse de forma transparente y con sanciones ejemplares en lugar de pactos en lo oscurito. México necesita tecnología de EU que permita identificar a las víctimas y castigar a los asesinos, mejorar nuestras aduanas y equipar a las policías locales, inteligencia para detectar y sancionar la corrupción, entre muchos otros.
La agenda de seguridad es una responsabilidad compartida entre EU y México. Las acusaciones no salvan vidas ni reviven víctimas. Es urgente que reconstruyamos la confianza, dinamicemos el diálogo y trabajemos coordinados para frenar la violencia y muerte que dejan los cárteles de la droga todos los días en ambos lados de la frontera.
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Nota del editor: La autora ha sido diputada federal, fue presidenta de la Unión Interparlamentaria.
Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.