Es como si la clase política mexicana hubiera renunciado a la posibilidad del progreso; como si, desprovista de expectativas o aspiraciones de genuina consecuencia, el único sentido que le queda fuera simplemente sobrevivir.
“La política”, decía Max Weber, “consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto no solo hay que ser un caudillo, sino también un héroe en el sentido más sencillo de la palabra. Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro han de armarse de esa fortaleza de ánimo que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren resultar incapaces de realizar incluso lo que hoy es posible”.
En contraste, la política mexicana de hoy consiste en una indulgente y achatada resignación a la intrascendencia. ¿Cómo es que, frente a la abultada acumulación de malos resultados que registra la presidencia de López Obrador, sus oposiciones no logran articular una idea o una emoción que convoque exitosamente a darle batalla? ¿Y cómo es que un movimiento tan aglutinado en torno a la esperanza de transformar al país, como fue el lopezobradorismo cuando estaba en la oposición, terminó convertido en un gobierno tan proclive a alentar el conformismo?
Sobre las oposiciones se puede argumentar que no han superado lo traumático de su derrota. Que han carecido de talento o capacidad de adaptación. Incluso que están en ruinas, que tienen miedo, que están paralizadas por un sinfín de forcejeos internos. No debe ser nada fácil haber perdido tanto ni tan rápido. Y López Obrador, a pesar de sus múltiples defectos y debilidades, es un adversario tremendo. ¿Cómo reconstruir una noción de futuro desde una posición tan endeble?
Sobre el lopezobradorismo es posible decir que al ganar el poder perdió la brújula. Que siempre supo denunciar con mucha eficacia los problemas pero nunca estuvo realmente preparado para hacerse cargo de ellos: candil en la oposición, oscuridad en el gobierno.