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Como si no hubiera mañana

Sobre el lopezobradorismo es posible decir que al ganar el poder perdió la brújula. Que siempre supo denunciar los problemas pero nunca estuvo realmente preparado para hacerse cargo de ellos.
mar 29 marzo 2022 11:59 PM

A pesar de sus evidentes diferencias y del antagonismo en el que se han acostumbrado a convivir, hay un rasgo en común que hermana involuntariamente al lopezobradorismo con sus oposiciones: el abandono del futuro.

Por razones quizá distintas pero que desembocan en una idéntica falta de imaginación, ambos habitan en un tiempo que no hace más que consumirse a sí mismo, desfondado de cualquier apetito de porvenir. Hay rivalidad, hay competencia, pero el único horizonte que da significado a su conflicto parece ser el del ciclo noticioso o el siguiente ciclo electoral.

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Es como si la clase política mexicana hubiera renunciado a la posibilidad del progreso; como si, desprovista de expectativas o aspiraciones de genuina consecuencia, el único sentido que le queda fuera simplemente sobrevivir.

“La política”, decía Max Weber, “consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto no solo hay que ser un caudillo, sino también un héroe en el sentido más sencillo de la palabra. Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro han de armarse de esa fortaleza de ánimo que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren resultar incapaces de realizar incluso lo que hoy es posible”.

En contraste, la política mexicana de hoy consiste en una indulgente y achatada resignación a la intrascendencia. ¿Cómo es que, frente a la abultada acumulación de malos resultados que registra la presidencia de López Obrador, sus oposiciones no logran articular una idea o una emoción que convoque exitosamente a darle batalla? ¿Y cómo es que un movimiento tan aglutinado en torno a la esperanza de transformar al país, como fue el lopezobradorismo cuando estaba en la oposición, terminó convertido en un gobierno tan proclive a alentar el conformismo?

Sobre las oposiciones se puede argumentar que no han superado lo traumático de su derrota. Que han carecido de talento o capacidad de adaptación. Incluso que están en ruinas, que tienen miedo, que están paralizadas por un sinfín de forcejeos internos. No debe ser nada fácil haber perdido tanto ni tan rápido. Y López Obrador, a pesar de sus múltiples defectos y debilidades, es un adversario tremendo. ¿Cómo reconstruir una noción de futuro desde una posición tan endeble?

Sobre el lopezobradorismo es posible decir que al ganar el poder perdió la brújula. Que siempre supo denunciar con mucha eficacia los problemas pero nunca estuvo realmente preparado para hacerse cargo de ellos: candil en la oposición, oscuridad en el gobierno.

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Quizá también haya algo de cierto en el alegato de que fue devorado por lo desmedido de sus ambiciones, que quiso hacer casi todo y acabó no sabiendo hacer casi nada. No supo ponderar, no supo planear, no supo organizarse ni priorizar. ¿Cómo van a pensar en el futuro quienes se desviven creando y apagando incendios de coyuntura, gastando toda su pólvora en los infiernitos de cada día?

Esas explicaciones, sin embargo, no bastan. No para las oposiciones ni tampoco para el lopezobradorismo, pues. No justifican que las primeras se acomoden en la irrelevancia ni que el segundo se indigne ante la más mínima exigencia. De ambos hace falta más, mucho más, que encogerse de hombros o encontrar pretextos.

Lo que incumbe a la política, remataba Weber, no es el pasado y sus culpas, no es “el clerical vicio de empeñarse en tener siempre la razón”: es el futuro y la responsabilidad ante él. Todo lo demás son pugnas estériles. La política no puede ser el oficio de hacer como si no hubiera mañana…

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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