Las imágenes de la destrucción de Mariupol son casi indescriptibles y no dejan lugar a dudas. De manera indiscriminada, el Ejército ruso ha bombardeado hospitales, complejos de departamentos, teatros y centros sociales. Lo que se le ponga enfrente para deshacer la ciudad. Y lo están logrando: autoridades locales han sugerido que 90% de Mariupol se ha vuelto escombros.
Al menos una tercera parte del medio millón de habitantes que vivían ahí hasta hace un mes ha logrado escapar, pero quedan dentro decenas de miles, que tratan de sobrevivir sin agua, electricidad o medicinas. Es la mayor crisis humanitaria de la guerra en Ucrania, que a estas alturas ya es decir mucho.
Es importante ver con detenimiento las imágenes de la destrucción brutal de Mariupol. Es un escenario apocalíptico, que retrata con precisión la crueldad de Vladimir Putin y su falta de escrúpulos.
No es, por supuesto, la primera vez que somos testigos de algo así. Basta regresar algunos años, a la demolición sistemática de la milenaria ciudad de Aleppo, en Siria, donde los rusos colaboraron en la devastación de al menos 35,000 edificios de todo tiempo.