Pero también abunda la felicidad de los viajeros que, emocionados, tomarán un vuelo que los llevará a un lugar soñado, o regresar a su tierra.
Los aeropuertos tienen vida propia. Aunque suelen ser lugares fríos e impersonales, mantienen una esencia que puede ser inolvidable para el usuario.
Una cosa común en todos los aeropuertos modernos del mundo es que han dejado a un lado la decoración, para moverse hacia la eficacia y la movilidad.
Uno de los ejemplos quizá es el aeropuerto Harry Reid (antes McCarran) en Las Vegas, Nevada, que recibe a más de 50 millones de personas al año y que debió cambiar su fisionomía parecida a un inmenso casino por el de un aeropuerto donde la gente estuviera el menor tiempo posible en el inmueble, a fin de que la movilidad fuera la más importante misión. Y lo lograron.
¿Quién dijo que un aeropuerto en 2022 debe de ser vistoso y estéticamente hermoso? ¿Quién nos ha vendido esa idea que pareciera del pasado?
En México el debate por el nuevo aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA) ha trascendido más de lo que en otras partes del mundo podrían imaginar.
Es importante la participación de todas las personas ante obras gubernamentales que son pagadas con sus impuestos. Pero lo que ha generado el aeropuerto AIFA en las redes sociales podría considerarse exagerado, por una simple razón: casi nadie lo conoce, ni conoce su plan.
Sin duda la fecha de inauguración, el pasado 21 de marzo, fue precipitada. Según los testimonios en imágenes y videos, el nuevo aeropuerto está sin terminar al 100%. Además, se rebasó por mucho el presupuesto inicial y no se parece casi en nada a la maqueta del proyecto que se pretendía realizar en Texcoco.
Dista bastante de aeropuertos como el de Changi en Singapur o el de Hamad en Doha, Qatar, considerados los más bellos del mundo. Apenas y tiene habilitadas dos de las tres pistas de aterrizaje. Hay fallas en conectividad desde la Ciudad de México, falta de señalizaciones, un costosísimo servicio de taxis y apps de trasporte. Vaya, incluso le falta terminar las áreas VIP y de comida rápida.
Todo eso es criticable, sin duda. Esos y otros puntos técnicos son en los que se debería centrar la discusión. Situaciones que con el transcurso del tiempo serán solucionadas.
Sin embargo, la politización que ha generado el AIFA nos habla más de nosotros como sociedad que de un edificio con operaciones de aviones. Debemos reconocer que la política es nuestro deporte nacional.
Una ventana internacional
En otras ciudades del mundo celebrarían al unísono tener un nuevo aeropuerto, pues esto habla de mayores inversiones, fomento al turismo, mayor proyección internacional, entre cientos de etcéteras. En México, esta celebración se ha oscurecido por colores y tintes partidistas.
Es impresionante cómo el presidente se ha convertido en el centro del todo en la discusión política, es incluso hasta peligroso. Porque no solo sus seguidores lo tienen en un pedestal para alabarlo, también la oposición lo ha hecho omnipresente.
Antes de satanizar o ensalzar una obra de esta magnitud, es importante profundizar en lo que el mundo dice de la misma. Por eso se les llama “aeropuerto internacional”, no solo porque los aviones viajarán a distintos países, sino que es una corresponsalía de aeropuertos, que se tiene una estrategia global para conectar cada día de mejor manera al mundo.
Más allá de si votas por Morena o lo odias rotundamente, quienes tienen que dar la última palabra sobre el funcionamiento del aeropuerto es la ACI (Consejo Internacional de Aeropuertos), que ya lo ha acreditado y apoya desaforadamente la obra en Santa Lucía.