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#ColumnaInvitada | Migración: la crisis humanitaria que nadie quiere ver

México es un país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes, aún así no hemos generado empatía ni las políticas necesarias para que la gestión migratoria sea entendida y atendida.
mar 14 diciembre 2021 06:30 AM

Apenas hace unos días veíamos en los medios decenas de cadáveres de migrantes en Chiapas. Este accidente nos dio la imagen de la tragedia que se vive frecuentemente en nuestro territorio. México es un país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes, aún así no hemos generado empatía ni las políticas necesarias para que la gestión migratoria sea entendida y atendida como un asunto de derechos humanos y no en la agenda de seguridad y militares como sucede.

En diciembre de 2018, México fue un actor fundamental a nivel mundial para lograr los consensos necesarios rumbo al Pacto Global para una migración segura, ordenada y regular en la ONU. Este acuerdo tiene como premisa el respeto a los derechos humanos y el desarrollo de legislación y políticas encaminadas a mejorar la gestión migratoria.

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Partamos desde una realidad: nadie migra por gusto, nadie arriesga su vida por placer. Guatemala, Honduras y El Salvador atraviesan graves problemas como la inseguridad, la pobreza y el hambre. Desde hace dos décadas sufren también una grave sequía por lo que se conoce como el Corredor Seco que comprende un tramo de 1,600 kilómetros de largo y entre 100 y 400 kilómetros de ancho, y afecta a cerca de 10 millones de personas según cifras de Oxfam.

El marco legal mexicano no criminaliza la migración indocumentada, sin embargo, las estaciones migratorias funcionan prácticamente como cárceles deteniendo a las personas, restringiendo muchos de sus derechos e incluso se les somete a condiciones de hacinamiento peligrosas, especialmente durante esta pandemia.

Mientras el Estado cierra los ojos frente a la crisis humanitaria y aborda este problema como un reto de seguridad enviando a militares a perseguir a los migrantes, los verdaderos criminales que son los narcos y sus sicarios, los tratantes y traficantes de personas, y los funcionarios públicos corruptos permanecen impunes. Mientras México se convierte en un cementerio para migrantes, los criminales hacen negocio, pero los más pobres sufren y pagan con su propia vida el abandono que han sufrido en sus comunidades de origen. Hace unos años lo veíamos en la tragedia de San Fernando, ahora es Chiapas, y en medio hubo miles y miles de muertos, la mayoría en una muerte que permanece anónima en el olvido de la justicia.

Lo sucedido en Chiapas nos debe estremecer e indignar. Uno de cada tres mexicanos tenemos familiares que viven en el extranjero, algunos con documentos y otros sin ellos. ¿Qué sentiríamos si les pasara algo así?

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Hace pocos años pude conversar con migrantes en la estación migratoria Siglo XXI. Los testimonios de las mujeres eran aterradores, algunas narraban que eran tantas las violaciones que prefirieron dejar de contar el número y otras comentaban sobre la necesidad de tomar anticonceptivos porque ya estaban resignadas a que las violarían. El sufrimiento de las niñas es mucho más grave, ellas además pueden terminar en manos de los cárteles o abusadas por tratantes.

Mientras Estados Unidos y Canadá se dan golpes de pecho, sus políticas “humanitarias” dejan mucho que desear. Mientras Biden prometía un cambio radical en la política migratoria de su antecesor, hoy Trump envidiaría el número de deportaciones que hacen los demócratas.

México apuesta por la cooperación y el programa Sembrando Vida, pero ni deja de militarizar la frontera, ni cesa la sequía en gran parte de Centroamérica que limitaría mucho los resultados de un programa que demanda tierras y agua. México tiene que seguir el mandato constitucional y adecuar sus políticas de una vez por todas. Se tiene que perseguir a los criminales, no a las víctimas que sólo huyen del hambre y la inseguridad.

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Nota del editor: La autora ha sido legisladora federal y fue presidenta de la Unión Interparlamentaria.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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