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#ColumnaInvitada | La compra de medicamentos: el reto interminable

El no utilizar procesos de licitación y estudios de mercado previos merma la posibilidad de obtener precios más competitivos.
mar 22 febrero 2022 05:00 AM
Tabletas de pastillas.
Se observa un desabasto generalizado de insumos médicos, un aumento en el gasto y un terreno de incertidumbre y volatilidad que propicia actos de corrupción y opacidad, apunta Daniela Granillo.

Las modificaciones en los procesos de compra y distribución de medicamentos realizadas por la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador han desencadenado una serie de obstáculos en el funcionamiento del sector salud que continúa hasta la fecha. Lo anterior impacta directamente en el derecho de acceso a la salud y en la vida de los pacientes y las familias mexicanas.

Durante 2019, bajo el discurso de combatir la corrupción y reducir costos, la administración actual centralizó las compras de insumos médicos en manos de la Oficialía Mayor de Hacienda, sustituyendo al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Al no obtener los resultados esperados, en 2020 se anunció un nuevo acuerdo entre el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y la Oficina de las Naciones Unidas para Servicios de Proyectos (UNOPS), para llevar a cabo el proceso de adquisiciones 2021-2024.

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Aunado a ello se vetó a las tres principales distribuidoras de insumos médicos del país: Grufesa, Dimesa y Maypo, ante acusaciones por presunta corrupción y prácticas monopólicas.

La falta de planeación estratégica en la implementación de estos nuevos procesos y la experiencia cuestionable de los nuevos tomadores de decisiones derivaron en fallas en los procesos de adjudicación y distribución de medicamentos, lo que generó altos índices de desabasto y claves desiertas.

Al respecto, el Colectivo Cero Desabasto y el Instituto Farmacéutico (INEFAM) señalan que hubo un aumento de 188% en el número de reportes por desabasto entre el primer y segundo cuatrimestres del 2021, ubicándolo como el peor año en abasto de medicamentos en la historia del país. Adicionalmente, 59.9% de las claves solicitadas durante 2021 se declararon desiertas.

El desabasto se ha dado principalmente en medicamentos de alta especialidad, como tratamientos oncológicos, de VIH, cardiovasculares y para trasplantes, situación que afecta tanto a pacientes y grupos vulnerables como a profesionales de la salud, quienes enfrentan duras condiciones de trabajo.

En consecuencia, el gobierno se vio obligado a realizar compras de emergencia para tratar de garantizar el abasto, lo que derivó en un aumento del uso de contratos por adjudicaciones directas, para buscar reducir los tiempos de entrega, reemplazando los procesos de licitación.

Datos de Impunidad Cero y Justicia Justa revelan que, los contratos de medicamentos y productos farmacéuticos fueron el concepto con mayor monto de adjudicaciones directas dentro de las compras públicas en 2021, con 91.5% de contratos bajo este esquema.

El objetivo de las instituciones es adquirir bienes de la mayor calidad al menor precio posible, por lo que la sustitución de los procesos de licitación por adjudicaciones directas en la compra de medicamentos incurre en los siguientes riesgos:

1) reducción en la participación y competencia de proveedores;
2) impacto en la calidad, efectividad y precio de los insumos adquiridos; y
3) mayor opacidad y discrecionalidad en los procesos de compra.

El no utilizar procesos de licitación y estudios de mercado previos merma la posibilidad de obtener precios más competitivos. Así lo señala el INEFAM, al reportar que el incremento de los costos por adjudicaciones directas es por lo menos del 20%. De igual forma, los criterios de selección de medicamentos no necesariamente se sustentan en la efectividad y calidad de los productos, sino en factores externos y volátiles como la disponibilidad inmediata de los insumos o la cercanía, acceso e influencia con los compradores.

Además de los sobrecostos, la falta de transparencia resulta preocupante, pues el uso de adjudicaciones directas aumenta la discrecionalidad en la toma de decisiones, incrementa la opacidad en los procesos, abre canales que fomentan la corrupción y crea ventanas de oportunidad e incentivos para el comportamiento ilícito, tanto de los funcionarios públicos como de los proveedores.

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Esto se debe a que permite realizar procesos de compra sin controles y asignar contratos a empresas con irregularidades, hechos que facilitan la conformación de redes de corrupción para desviar recursos públicos a través de las compras de gobierno.

En síntesis, las modificaciones al modelo de compra hasta el momento no han traído mejoras tangibles, no han impactado en la reducción de costos y tampoco han resuelto el tema de corrupción. Por el contrario, se observa un desabasto generalizado de insumos médicos, un aumento en el gasto y un terreno de incertidumbre y volatilidad que propicia actos de corrupción y opacidad.

A este respecto, la austeridad promovida por el gobierno y el discurso en contra de la corrupción han impactado en el cumplimiento de la garantía de derechos, pues, el atraso en la entrega de medicamentos impacta en la vida de la gente y en su salud, especialmente cuando se trata de medicamentos esenciales para el tratamiento de enfermedades crónicas como el cáncer.

¿Será, entonces, que ya hemos sobrepasado la curva de aprendizaje en la compra de medicamentos? La disminución de la participación de la UNOPS en el proceso de adquisiciones del 2022, así como la presión de la sociedad civil y médicos ante el desabasto de medicamentos, a la par de la tensión por la sucesión presidencial, permiten ver un panorama más alentador, aunque los daños ya causados difícilmente podrán resarcirse.

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Nota del editor: Daniela Granillo ( @dani_granillo ) es analista especializada en el sector salud en Integralia ( @Integralia_MX ). Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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