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#ColumnaInvitada | El ataque a la clase media

El gobierno obradorista considera que hay una conexión entre felicidad y pobreza. Las consecuencias de poner en práctica políticas basadas en esta creencia ya han afectado a la clase media mexicana.
sáb 11 diciembre 2021 11:59 PM
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Tras las elecciones de 6 de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha criticado a la clase media porque considera se dejó manipular.

El escritor Jorge Luis Borges alguna vez comentó que la mejor sociedad es aquella compuesta por una gran clase media. El sabio argentino tenía un buen punto si consideramos que esta sección de la sociedad es la que más promueve el progreso económico, la convivencia pacífica, el desarrollo tecnológico y el pluralismo político.

Cuando Alexis de Tocqueville visitó Estados Unidos descubrió que la fortaleza de esa nación –que constituía el futuro– se fundaba en las condiciones de prosperidad que imperaban en la clase media. No otra fue la idea del filósofo Aristóteles, quien famosamente propuso que "el justo medio" era la condición de la felicidad humana. En una curiosa negación del apotegma aristotélico, el gobierno obradorista considera que hay una conexión entre la felicidad y la pobreza. Las consecuencias de poner en práctica políticas basadas en esta creencia ya han afectado a la clase media mexicana.

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De acuerdo con datos del INEGI, el porcentaje de hogares de clase media había venido creciendo sostenidamente y pasado de 42.4 por ciento en el 2010 a 46.7 por ciento en el 2018. Pero justamente en ese año comenzó la tendencia opuesta, de tal manera que en el 2020 ese porcentaje descendió al 42.2 por ciento. El lector perceptivo seguramente notará que ese porcentaje ya es menor que hace diez años.

La razón de este sorprendente deterioro de las condiciones de la clase media mexicana se debe a la aplicación de políticas económicas que no buscan igualar hacia arriba, sino hacia abajo. Así, por ejemplo, en lugar de promover el emprendimiento individual, el desarrollo de las empresas y por consecuencia el trabajo bien remunerado, en la actual adminitración federal se ha decidido entregar dinero en efectivo de forma indiscriminada y sin una diferenciación social estratégica, pues el objetivo pareciera ser mantener en la pobreza a millones de mexicanos, inhibiendo sus búsqueda de la prosperidad individual, dejándolos sin esperanza para mejorar. De igual manera, los constantes ataques al sector empresarial –en la práctica y en el discurso– han inhibido el crecimiento económico, perjudicando en última instancia a la clase media. El ejemplo más conspicuo fue la falta de apoyo por parte del gobierno a pequeñas y medianas empresas, durante la pandemia.

Esta tentativa gubernamental de igualdad distorsionada, por la vía del empobrecimiento colectivo, contradice las promesas de la ilustración y de la economía moderna, cuyo fin es la prosperidad de la humanidad y no su estancamiento. Y la prosperidad individual, cuando es disfrutada por amplios sectores de la población, se traduce en progreso. En ese sentido, no puede disociarse del deseo de "vivir mejor". Es en esta aspiración humana donde radica el talón de Aquiles del gobierno actual, pues tarde o temprano los mexicanos reconocerán que la felicidad no se encuentra en sufrir carencias.

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Esta visión, a la vez impotente y mezquina, debe ser contrastada con la filosofía del México Ganador, que ofrece exactamente lo contrario. Lo que se pretende, en esta última visión, es igualar hacia arriba en lugar de hacia abajo. Es una visión en franca contraposición a lo que parecen creer los agoreros de la pobreza para todos, para quienes la economía es un juego de suma cero, donde sólo hay ganadores y perdedores.

En realidad, lo que sucede normalmente es que cuando aumenta la riqueza de una nación, las condiciones económicas de la mayor parte de sus pobladores mejora. El debate sobre qué tanto puede hacer el Estado para mejorar la distribución del ingreso está pendiente. Pero no podemos soslayar que serán las clases medias –trabajadores calificados en la formalidad, profesionistas y técnicos, científicos, artistas, académicos e intelectuales– quienes están mejor preparados para brindar una solución a este dilema. Con la clase media todo, sin la clase media nada.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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