El martes pasado, durante su comparecencia en la Cámara de Diputados, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, se refirió al tema de la vacunación contra el Covid-19 entre la población infantil. Además de sugerir que la eficacia de la vacunación para niños no está comprobada todavía (sí lo está), Alcocer declaró que, al menos en su caso, no estaría dispuesto a vacunar a sus propios nietos contra la enfermedad.
Si Alcocer realmente quiso decir lo que parece que quiso decir, su declaración se enmarca en uno de los más incomprensibles defectos del gobierno actual, sobre todo en su respuesta contra la pandemia: la difamación del conocimiento científico y el sentido común en la prevención de una enfermedad mortal.