El contraste entre lo que registran las encuestas y lo que advierten los especialistas es trágico. Por un lado, la mayoría de la población está de acuerdo con la forma en que el presidente ha manejado la emergencia del coronavirus. Según el tracking poll de Mitofsky , salvo durante los primeros cuatro meses de la pandemia, su porcentaje de aprobación en ese rubro siempre ha estado por encima del 50%. Y apenas la semana pasada alcanzó su nivel más alto: 61%.
Por el otro lado, según un minucioso estudio recién publicado en The Lancet , “si América Latina es un epicentro de la pandemia, Brasil y México son los epicentros de ese epicentro. La evolución de los contagios y las muertes en ambos países sugiere que permanecerán entre los más afectados a nivel mundial en el futuro previsible. El fracaso del liderazgo y de la rectoría del sistema de salud que acompañaron al recuento de cientos de miles de muertes evitables son un ejemplo de cómo no manejar futuras pandemias”. ¿Por qué?
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Entre otras razones, porque ni Bolsonaro ni López Obrador asumieron la necesidad de poner el ejemplo; porque no adoptaron políticas basadas en evidencia; porque renunciaron a encabezar una estrategia intersectorial coordinada; porque buscaron “echarle la bolita” a los gobiernos de los estados para no hacerse cargo de su responsabilidad nacional; en fin, porque su prioridad no fue cuidar la salud de la población sino lucrar políticamente con la crisis. El impacto social de esa decisión, concluye el estudio, “fue severo sobre todo en comunidades urbanas de alta densidad y bajos ingresos, donde la pobreza y la informalidad impidieron que la gente dejara de ir a trabajar”.