La política exterior de México ha dado virajes importantes en las últimas décadas. México pasó de tener el liderazgo en el reconocimiento de los procesos de descolonización en África y una voz importante en el G77, a desarrollar una política más moderada en la búsqueda de consensos y desarrolló una red de tratados comerciales que brindaron más dinamismo económico pero que al mismo tiempo dejaron a un lado el riesgo político que implica tomar algunas posiciones en la diplomacia global.
La política exterior de México no siempre habla al exterior. Varios titulares de la Secretaría de Relaciones Exteriores han caído en la tentación de usar el debate internacional para complacer a la tribuna nacional. Estoy convencida de que la política local debe implementar los compromisos globales, pero cuando se quiere hacer política en el sentido contrario, es decir, cuando la política exterior se define desde la política interior, se corren riesgos importantes.