Hace unos días se llevó a cabo en nuestro país la reunión de la CELAC que fue marcada por el debate político y el intercambio de acusaciones. La agenda mexicana quedó fuera del programa.
Por una parte, celebro que la SRE esté dispuesta a entrar a los debates complejos, a poner en la mesa nuevas agendas aunque no comparto el contenido en algunas de sus propuestas. Lo que no puedo celebrar es que esta agenda sea aquella que divide a la región en lugar de abordar las prioridades que demanda la gente en América Latina y el Caribe.
La titular de la CEPAL, Alicia Bárcena, destacó en una conferencia organizada por la UNAM, que “existe un gran descontento social” con bases claras en el aumento de la pobreza, desigualdad, informalidad y corrupción, así como la gran desconfianza que tiene la sociedad de sus gobiernos.
En materia de democracia ahí están los indicadores. En 2018, sólo el 24% de los encuestados en la región se mostraron satisfechos con la calidad de sus democracias. Es tiempo de aprender de las dictaduras y sus consecuencias en la región, de las graves violaciones a derechos humanos. ¿Será que algunos olvidan el valor de la democracia y de los derechos a expresarnos, manifestarnos, asociarnos? En México pareciera que al mismo tiempo que defendemos comisiones de la verdad, podemos olvidar que sólo son posibles en democracia.
La Cumbre abordó la pandemia y las necesidades de vacunación. Sin embargo, no existe un plan de salud o de recuperación económica a nivel regional. América Latina y el Caribe puede ser una región de crecimiento y prosperidad porque cuenta con materias primas, fuerza laboral, capacidad de exportación. México tiene en ello una enorme experiencia.