1. Fiscalización del gasto público. Primero, entre los asuntos más apremiantes para las y los diputados entrantes, está el rescate de la función de fiscalización. Esto, luego de tres años de manejos de los recursos públicos por parte del gobierno federal sin apenas vigilancia del Poder Legislativo. La fiscalización representa una de las principales herramientas con las que cuenta la Cámara baja para vigilar la correcta asignación, ejercicio y comprobación de los recursos presupuestarios, y para frenar y mitigar los –todavía comunes– actos de corrupción, pese a que el discurso presidencial asevere lo contrario.
Dada su trascendencia para la verificación del gasto público, la nueva legislatura tendría que apoyar a la Auditoría Superior de la Federación (ASF), órgano técnico de fiscalización de la Cámara de Diputados, que el Ejecutivo Federal ha buscado desacreditar. Esto último se evidenció a inicios de 2021 con la presentación del Informe de la Cuenta Pública 2019, particularmente, a raíz de las correcciones que la ASF se vio obligada a realizar por la cancelación del Aeropuerto de Texcoco. Las críticas presidenciales únicamente se centraron en este aspecto, ignorando el resto del Informe. El 31 de octubre, la Cámara de Diputados deberá concluir la revisión de la Cuenta Pública 2019: podrá aprobarla o rechazarla.
Es previsible que AMLO y Morena continúen desacreditando a la ASF y minimizando sus observaciones para debilitar al órgano fiscalizador. La oposición debe hacer lo posible por evitarlo.
Los diputados cuentan con una comisión de Vigilancia de la ASF que, entre otros aspectos, coordina las relaciones entre la Cámara baja y la Auditoría, y evalúa el desempeño de esta última. Tradicionalmente, la presidencia de esta comisión recae en un diputado de oposición, lo que la convierte en un espacio inmejorable para servir de contrapeso y para exigir al Ejecutivo una mejor rendición de cuentas sobre el gasto público. Para esto, las bancadas podrían proponer perfiles con experiencia parlamentaria y asegurarse de que su área técnica (Unidad de Evaluación y Control) tenga integrantes con conocimiento en la materia, de manera que acompañen, respalden e impulsen las labores de la ASF y que den mayor visibilidad y realce a sus informes y recomendaciones.