A aquella zona geográfica tan diversa llegó, en 1962, Octavio Paz, no como literato ni como artista, sino como embajador que presentaba su credenciales al rey Zahir, deleitoso, decía él de representar a su país.
El rey no era ningún ignorante, conocía de México, de su comida y algunas costumbres. Pero jamás imaginó que un hombre como Paz fuera el primer embajador de la historia, entre dos naciones que al parecer, no tenían nada que ofrecerse.
En ese entonces, Octavio Paz vivía en Nueva Delhi, en India, pero la fantasiosa ciudad de Kabul lo maravilló al extremo, relató en su libro de experiencias Viento entero.
Los mexicanos y afganos han tenido una relación diplomática interesante. En la primera ocasión que México estuvo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votó a favor de una resolución de las Naciones Unidas condenando la invasión soviética de Afganistán. La Resolución fue aplaudida por los países y aprobada. Desde entonces los gobiernos mexicanos no habían dejado de otorgar su apoyo a Afganistán mantenimiento de su independencia y soberanía.
El problema sucedió después, en 2001, tras la invasión de Afganistán por los Estados Unidos, cosa que hizo que las relaciones diplomáticas entre México y el país musulmán cambiaran drásticamente.