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América Latina (y México) sin rumbo

Ni siquiera ha sido capaz este gobierno de darle rumbo a nuestro propio país, ¿cómo pensar que estamos recuperando el liderazgo en nuestra región?
lun 02 agosto 2021 10:59 AM
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, durante la conferencia matutina de noviembre de 2019 donde emitió la postura del gobierno mexicano ante el “golpe de Estado” sufrido en Bolivia.
Por mucho tiempo, México pareció mantenerse en sentido contrario de los movimientos político-sociales de América Latina.

La región está en uno de los peores momentos que puedan recordarse de su historia reciente. Por el lado social, no parece capaz de atajar problemas estructurales cada vez más profundos y enraizados, como la desigualdad y la violencia.

Y en el ámbito político, Latinoamérica parece decidida a no dejar atrás los constantes problemas que vivió durante la mayor parte del siglo XX, perpetuando la inestabilidad política que tanto ha dañado a los países de esta región.

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Por mucho tiempo, México pareció mantenerse en sentido contrario de los movimientos político-sociales de América Latina que fueron marcando lo que hoy son los países “hermanos”.

La mayor parte del siglo pasado, México fue el único país de América Latina que logró niveles aceptables de estabilidad política, social y económica. Mientras el resto, desde Guatemala hasta la Patagonia, se debatían entre golpes, dictaduras, guerrillas y protestas.

Ya entrados en el siglo XXI, y con la nueva realidad de pluralidad política y competencia electoral de nuestro país, mientras buena parte de América Latina se cargaba hacia gobernantes de izquierda, nosotros nos fuimos moviendo hacia la centro-derecha.

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En el auge de los Chávez, los Evos, los Correas, los Kirchners o los Ortegas, acá entramos en dos gobiernos panistas de derecha, y en un último gobierno “priista” que parecía más de derecha que el PAN y que acabó con el propio PRI.

Y cuando el péndulo en la región se cargó al otro lado y surgieron los Duques, Macris, Kuczynskis, Bolsonaros o Piñeras; en 2018 en México decidimos virar radicalmente a lo que se autonombra de izquierda con el Lopez Obradorismo, aunque en realidad sea tan de izquierda como Calderón.

Lejos quedaron esos tiempos en que México, a pesar de sus propios problemas y del sistema hegemónico, tuvo gobiernos y un sistema político capaz de tener una visión que le diera rumbo al país, y diferenciarlo del resto de la región.

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Lo que tenemos hoy como gobierno dista mucho de eso; y las nuevas generaciones políticas, del partido que sea, simplemente no parece que vayan a dar el ancho. No tienen ni la vocación, ni el misticismo, ni la preparación para guiar un cambio.

Hoy, por primera vez en casi un siglo, México parece haber entrado en la misma dinámica caótica latinoamericana. Desde la Revolución, no se veía un país tan carcomido por dentro, con un sistema político tan incapaz de dar rumbo.

Hoy la balanza política en la región se quedó sin pesos, tambaleándose sin encontrar el equilibrio. Vemos los graves problemas de Perú, desde el fallido gobierno de Kuczynski, para lograr un mínimo dibujo de gobierno, hoy volcándose al extremo radical con el nuevo Presidente Castillo.

Vemos a un Chile completamente incapaz de entender su contexto y movimientos sociales, con un gobierno de derecha que va de salida, y una decisión ciudadana de irse hasta la izquierda en las últimas elecciones para la Asamblea que habrá de darles una nueva Constitución.

Vemos una Colombia en llamas, gobernada por un Presidente de derecha que no supo identificar su contexto social, y ha causado las peores protestas sociales desde que se terminó el frágil reparto entre conservadores y liberales el siglo pasado que dio pie a su conflicto histórico aún inacabado.

Vemos una Argentina que no supo montarse en el cambio político entre el kirchnerismo y Macri, y que hoy, incapaz de encontrar el punto medio, regresa al pasado reeligiendo a ese movimiento político que tanto daño estructural le causó. Al fuego como mariposas.

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De Brasil ni hablar; vive una de sus peores épocas históricas, y no parece que se vaya a recuperar en el mediano plazo. Y ni caso mencionar a Bolivia, Nicaragua, Bolivia y tantos otros.

Es en este contexto que el Presidente López Obrador y su gobierno festinaron con bombo y platillo la semana pasada, ante los Cancilleres de la región reunidos aquí, que México es nuevamente el líder de la región, el paladín que sacará a América Latina de su pasmo.

Ciertamente, cuando uno ve a todos los demás países, México pareciera ser el menos deshecho de todos, a pesar de que estamos viviendo en nuestro país una de las peores etapas políticas que se tenga memoria.

Pero ni siquiera ha sido capaz este gobierno de darle rumbo a nuestro propio país, ¿cómo pensar que estamos recuperando el liderazgo en nuestra región? Si los países hoy ni ven hacia México como por décadas lo hicieron. Están más preocupados por sus propios problemas y crisis.

Esta actitud mesiánica de nuestro gobierno, auto asumiéndose como el salvador de la América Latina, parece que solo confirma lo que decíamos más arriba, que México, lejos de liderar, finalmente cayó en la misma ola del resto de la región. Y quién sabe si logremos salir.

Parafraseando a aquel célebre intérprete que también se acabó por caer en el caos, para México “lo que un día fue, ya no será”.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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