Con esta compra se concretaría la transacción del otro 50 por ciento (el otro 50 se adquirió en 1993), y se tendría que definir en el último trimestre de 2021, el cual pagaría con una reserva de 30 mil millones que se tiene en el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) y 17 mil millones que se obtuvieron de la cancelación del Fideicomiso Fondo para Desastres Nacionales (Fonden).
Es decir, esta compra que se pagará con el recurso destinado a los desastres naturales, que año con año enfrentan muchas familias en diversas zonas del país, en este gobierno ese presupuesto se ocupa para rehabilitar estadios de béisbol, y ahora para comprar una refinería obsoleta y endeudada, todo para cumplir el capricho de una “soberanía energética”, que nos está saliendo muy cara.
La cuasi compra de la refinería Deer Park alejada de las consultas populares de la 4T, realizada casi en lo oscurito y en completa secrecía, sigue exhibiendo a este gobierno lleno de contradicciones, ahora con esta inversión supuestamente rentable, tiene otra realidad, el “nuevo” complejo está en números rojos y sus documentos bursátiles han mostrado que se trata de una planta que acumula dos años de cuantiosas pérdidas.
Lo más incongruente de esta compra, es que, Deer Park genera 364 mil barriles, misma cantidad que se estima producirá la refinería de Dos Bocas, en Tabasco y que costó 600 millones de dólares. Y ahora el país no solo enfrenta el reto de reconfigurar las otras seis refinerías existentes, ni la construcción de Dos Bocas, sino también tendrá que reparar y operar la nueva adquisición.