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#ColumnaInvitada | El voto de los indignados

En las elecciones saldremos con nuestra indignación por delante. Unos, por lo que ha pasado; otros, por lo que no querían vivir; otros más para defender lo que, dicen, se avanzó en dos años.
dom 30 mayo 2021 07:00 AM
Votación
Las votaciones están congregarán tres tipos de indignación.

El 0606 es inminente. Ese día saldremos armados con nuestra credencial y nuestra indignación por delante. Unos, indignados por lo que ha pasado, por lo que imaginaron o lo que les dijeron y resultó distinto. Otros, indignados por lo que desde hace tiempo no querían vivir, que lo intuían o lo sabían con certeza. Otros más, indignados por lo que los anteriores piensan, y que, a su entender, pone en riesgo el avance que se ha logrado en dos años. En todo caso, hoy la indignación, más que la esperanza, es el motor de las causas.

Si hubiera que ver el escenario por un lado amable, diría que hace mucho tiempo que nada nos sacaba de nuestra zona de confort ciudadano a tantas y tantos. Aunque sea sólo a punta de tuits, posteos de Facebook o escaramuzas digitales (por los dedos veloces en el teclado) en los grupos de whatsapp. Hoy la emoción cumple con su sustancia etimológica: es lo que nos mueve.

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La emoción nos mueve las ideas, nos provoca articular nuestras creencias, nuestros aprendizajes asimilados, y termina haciendo que ilustremos nuestra bóveda personal que usamos diariamente como mapa para navegar por la vida. En esta parte, nadie está ni certero ni equivocado. Somos lo que creemos. Lo que sigue es el comparativo con el mundo real, y esa, polémicamente, no resulta tan distinta en su veredicto que el discurso de las emociones, porque cada uno piensa lo que quiere, lo que mejor le resuena. Es entonces que las creencias y las conclusiones encontradas se alistan para luchar cuerpo a cuerpo con las del adversario. La polarización, que le llaman.

Las narrativas, los mapas de la batalla

Para la oposición a Morena, su ruta narrativa es la indignación por lo que ha hecho (o deshecho) el gobierno de la 4T: indignación por las mujeres no escuchadas y reprimidas, por las estancias infantiles cerradas, por la no atención a los niños con cáncer, los efectos de la cancelación de los fideicomisos, los magros resultados, el accidente del metro… y más historias que, en efecto, ya sabíamos que indignan y provocan de inmediato la movilización de esos adversarios.

Sin embargo, a la causa antiAMLO le ha faltado contundencia, porque ser anti sólo moviliza a los antis que ya lo eran, porque el antimovimiento está articulado sobre hechos pasados. Sí, esa causa los conglomera, pero esa suma no alcanzará para lo que ellos quieren: ser un contrapeso contundente de la 4T en el congreso. La oposición no ha podido construir una causa poderosa de futuro que convoque a más de los que ya estaban con ellos, y en algunos casos, hasta perderán votantes del 2018. Quizás no han leído que el país no está divido entre pro y anti4T en partes iguales. Había que ver más hacia el futuro, conocer con más sensibilidad a su público y ampliar su oferta emocional. La indignación le ganó a la estrategia.

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Para Morena y sus aliados, la ruta ha sido continuar su narrativa de esperanza, pero recargada con la de la indignación por la resistencia de sus opositores. Parados sobre los mayoritarios márgenes de aceptación del presidente, la 4T ha marchado apostándole al reencuentro de sus huestes, a convocar para defender la causa de las fuerzas obscuras que, como en cualquier epopeya que se recuerde con dignidad, regresan disminuidas, pero agraviadas. La reinstalación no pasará, diría la narrativa de los correligionarios de AMLO.

Interesante es ver cómo la marca del presidente y la de Morena, aunque corren paralelas, no en todos lados tienen una fuerza equivalente. Esto podría ser porque en las narrativas locales ha fallado el reparto (tema central, sin duda), y quienes fueron escogidos para representar a la marca, no han sido los más eficientes personificadores de ella. Primera moraleja: AMLO solo hay uno.

Si bien, reunir a sus feligreses parecía lo más eficiente, al igual que la oposición, Morena tampoco consideró a la clase media que votó por AMLO en 2018, y que hoy se alejó por las rutas y formas del presidente, más que por el destino que plantea la 4T, lo que les ha complicado varias contiendas. Los amlopentidos serán, sin duda, el factor diferencial en este 2021. Un público que navegará libre, entre el voto útil y la abstención. Un segmento matemáticamente apetitoso para cualquiera de los bandos. Un votante sofisticado, informado, igualmente motivable que los otros, y quizás también indignado, pero por no encontrar una oferta que refleje sus anhelos, su futuro.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

El autor es consultor en comunicación política, profesor del ITAM, UNAM y del Instituto Ortega y Gasset-México; síguelo en Twitter como @hllerena .

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