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#ColumnaInvitada | La vehemente lucha de Morena por las gubernaturas

El partido del presidente busca demoler las barreras que le han impedido hacerse de un mayor número de gobernadores; en la primera mitad de su gobierno ya tuvo un frente de gobernadores en contra.
mar 25 mayo 2021 06:20 AM
Morena elecciones 2021
Un reporte de Integralia señala que Morena será el partido más votado este 6 de junio, pero llegará al "tsunami" que se convirtió en 2018.

La batalla que se libra en estos momentos por las 15 gubernaturas en disputa el próximo 6 de junio es feroz. Pensar los comicios de 2018 en términos de un tsunami ha sido un craso error. Ha permitido una falsa sensación de dominio morenista cuando no lo hay. Las elecciones de este 2021 no podrían ser la reproducción de las presidenciales. No se está ya en la cresta de una ola demoledora, sino en la etapa de la inundación, de la dispersión de la fuerza electoral, y ahí Morena ha lucido frágil o por lo menos mucho menos contundente.

Aguantar las críticas por la designación de candidatas o candidatos que no tienen el perfil que la militancia morenista desea –en su mayoría provenientes de añejos grupos políticos otrora desplazados y que tienen ahora una nueva oportunidad de alcanzar el poder– no parece un asunto de necedad, sino de franca escasez de estructuras en diversas, y hasta extensas, zonas del país. Lo importante es quién puede aportar capital político y económico para ganar los cargos, no quién representa mejor los valores de un partido aún en consolidación.

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En la elección presidencial de 2018, el partido creado por Andrés Manuel López Obrador ganó en mil 857 municipios, el 75.4% del total en que se divide el país. Pero este empuje no alcanzó al nivel municipal. En esa misma jornada se eligieron ayuntamientos en mil 605 municipios: Morena sólo pudo ganar en el 17.45%. El PRI, por ejemplo, ganó en el 32.02% de esos territorios. Existieron, pues, diques contra el tsunami.

Y es que cada entidad tiene su propia dinámica política, incluso hasta su muy particular ritmo de desenvolvimiento de sus procesos de democratización: cinco entidades no conocen aún la alternancia política (Campeche, Coahuila, Colima, Hidalgo y Estado de México), en tres apenas ocurrió su primera alternancia (Durango, Quintana Roo y Tamaulipas). En una, incluso, ya hasta se instauró una nueva hegemonía (el caso del PAN en Guanajuato), en tanto que en 12 ha habido dos alternancias y en 11 hasta tres. En Chiapas y Morelos de hecho ya han sido cuatro partidos distintos los que las han gobernado.

En lo anterior se encuentra parte de la explicación de la notoria debilidad que presenta Morena cuando compite para encabezar algún gobierno estatal. Desde su inscripción como partido, ha disputado 35 gubernaturas, de las cuales ha ganado sólo siete (el 20%). En 2015, ganó cero de nueve; en 2016, cero de 12; en 2017, cero de tres; en 2018, cinco de nueve, y en 2019, dos de dos. En 2021 están en disputa 15 y el panorama luce heteróclito para un partido que algunos suponen hasta hegemónico.

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No se debe perder de vista un hecho fundamental –que contrasta con otros como el de la mayoría absoluta que Morena y sus aliados lograron en la Cámara de Diputados: López Obrador es el presidente con menos gobernadores de su partido apoyándolo de la historia, esto es, heredó la mayor pluralidad política en las gubernaturas que se haya visto hasta ahora: 12 del PRI, nueve del PAN, seis de Morena, dos del PRD, una de Movimiento Ciudadano, una encabezada por un independiente y una más por un exfutbolista que fue postulado por un partido que no logró mantener su registro a nivel nacional (el caso de Cuauhtémoc Blanco, en Morelos, afiliado al Partido Encuentro Social).

De manera legítima, el partido del presidente busca demoler las barreras que le han impedido hacerse de un mayor número de gobernadores. Pero hay quienes, también de manera legítima, buscan oponerse a tales propósitos. Es en este marco que se presentan hitos: la cancelación de dos candidaturas a la gubernatura de un mismo partido, punteras en las encuestas de ese momento, por cierto (Raúl Morón en Michoacán y Félix Salgado Macedonio en Guerrero), y el caso de Francisco García Cabeza de Vaca, el primer gobernador opositor en Tamaulipas y el primero en la historia reciente en enfrentar, estando en funciones, una orden de aprehensión acusado de delincuencia organizada y lavado de dinero.

En medio de la sensación de hegemonía, fueron algunos gobernadores quienes aglutinados en bloque comenzaron a tratar de constituirse en un contrapeso frente a la administración federal que según sus propias palabras está en proceso de desarrollar una Cuarta Transformación en el país.

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Una fuerza nacional que se debilita conforme lo que se discute es lo local; un partido que depende de ya saben quién para aglutinar y mantener unidos liderazgos y sus estructuras, con el único pegamento de los triunfos y la obtención de cargos; un país que luce fragmentado frente a las desavenencias no sólo políticas, sino en torno a las soluciones y actuaciones para matizar los efectos de la pandemia por Covid-19. Son todos ellos aspectos que generan la conjunción perfecta para que las disputas más fuertes se den por las gubernaturas.

La trapatiesta de este 6 de junio es por mucho más que una mayoría en la Cámara de Diputados. Si de por sí la fuerza del tsunami parece debilitarse en el nivel federal, no hay duda de que los bloques en lo local existen. Ahí están las tensiones y deben estar las atenciones.

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Nota del editor: el autor es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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