Y todo eso, sustentado en encuestas, una más deficiente que la otra. En México, el mercado de encuestas está dinamitado. No puedo pensar en muchas serias y confiables, más allá de un puñado como Parametría, Buendía, Indemerc, y tal vez un par más.
Curiosamente, todas las encuestas serias pintan un panorama muy distinto al de las encuestas que auguran la caída de la 4T. Mientras que encuestadoras profundamente cuestionadas en integridad, en metodología y en intenciones, se esfuerzan cada día más por pintar otra realidad.
Ante todo esto, muchos ingenuos caen en la guerra de los números publicados. Incluso, aquellos ingenuos en posiciones de decisión que se supone deben estar informados.
En buena medida, esto es alimentado por muchos medios de comunicación, varios de ellos otrora prestigiados, que hacen sus propias encuestas pero juegan un doble juego.
Al principio de los procesos electorales publican los números que ellos quisieran ver, para “crear percepción”; y ya acercándose las elecciones no tienen más remedio que publicar números más reales, muy seguido contrarios a sus primeras publicaciones.
Parece haber demasiada desesperación en un núcleo profundamente contrario al régimen actual por hacer creer que la pesadilla está por terminar, y que el 6 de junio se volverán a compensar las fuerzas. Aunque este supuesto esté totalmente fuera de la realidad.
El problema es que se van alimentando esperanzas de muchos desconocedores de encuestas, generando expectativas que no se podrán cumplir. En lugar de buscar la manera de informar y crear consciencia para poder cambiar la realidad.