En su reporte Distorsión: El discurso contra la realidad , el organismo asegura que muchas de las agresiones contra la libertad de expresión en México provienen desde el mismo aparato estatal y se multiplican por la estigmatización de la prensa que se propaga desde el poder. En sus comentarios sobre la prensa, “el titular del Ejecutivo pontifica, juzga, moraliza, estigmatiza”, insiste el informe.
Pero López Obrador lo niega: “Nunca he utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas”, ha jurado. Es más, ha reclamado que “nunca se ha insultado tanto a un presidente”. Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Artículo 19 o la ONU, en cambio, nunca se ha insultado tanto a la prensa.
Desde el término “prensa fifi”, que comenzó a utilizar al inicio de su mandato en las conferencias mañaneras para referirse a ciertos medios, hasta “prensa inmunda” que escuchamos recientemente, el presidente ha, en efecto, utilizado un lenguaje estigmatizante. Y, como se sabe, la violencia en el lenguaje, sobre todo ejercida desde el poder público, genera más violencia, tanto moral como física.
En sus discursos , AMLO ha dicho que los periodistas “le muerden la mano a quien les quitó el bozal”, y que el periodismo está al servicio de los conservadores, a quienes además califica de “hipócritas, fantoches, corruptos”. Ha dado lecciones de periodismo: “Para el hampa del periodismo la calumnia, cuando no mancha, tizna”; “ese periódico, si sigue así, va a terminar como un pasquín”, y ha advertido que va a seguir hablando así, a pesar de las críticas.